Abuelito, dime tú
Es increíble que ahora que retomó las riendas de su campaña, luego de hacer los mejores comerciales para bajar de peso, el dotor Mit no le haya rendido un sentido homenaje a uno de los hombres más brillantes que pudo elegir para su campaña que va en un muy cómodo tercer lugar, gracias al cual cada vez que habla o respira le resta un 2 por ciento: Javier Lozano, dechado de político probo y bien intencionado que es poseedor de una inteligencia emocional que no se había visto en el partido tricolor desde
Catemoc de la Torre, El Rey de los Topogigios. Digo, un personaje con su historial de bonhomía y morigeración, hecho con los materiales de la sensatez y el humanismo, merece un reconocimiento público. Sobre todo ahora que el buen priista que luego fue panista y luego se fue al PRI, no por oportunismo, sino para demostrar que se puede ser panista y priista al mismo tiempo mientras se sostiene la lógica “copelas o cuello”, ha dado un golpe magistral. Como no fue suficiente constituir una campaña de terror y weight watchers, a Javi se le ocurrió que lo mejor que podía hacerse para ganar adeptos era producir un spot, sin duda inspirado en los realizados por Mikel Arriola, donde casi no se convoca a la histeria colectiva, donde se señala, de espaldas a la figura de alguien remotamente parecido a López Obrador, que los adultos mayores ya van de salida, que hay que quererlos y cuidarlos, pero no dejarlos al mando de un país.
Bien dicho. Quizá sea el comienzo de un verdadero movimiento para enviar a todos los abuelitos a un campo de refugiados donde no estorben a la chaviza cincuentona, como la que representa el admirable y distinguido señor Lozano.
En ese sentido, lo único que desconcierta es qué pensarán todos esos santones del PRIcámbrico temprano como Manlio Fabio superstar y Gamboa Patrón o el mismísimo René Juárez Cisneros, ya cercanos a los sesenta y muchos, no se diga los altísimos líderes sindicales de la CTM, la CROC y demás organismos tricolores que ya reciben los beneficios del Inapam.
Para ellos, que han aplazado la jubilación, debió ser un poco extraño que ese chavorruquito tan agradable que supuestamente trabaja para ellos, de pronto se burle de ellos y desee su extinción como la de los dinosaurios.
Carlos Slim tiene 78 años, supongo que tendrá que dejar a otros la administración de su imperio. Y Baillères y Claudio X. González.
Supongo que la industria automotriz debe estar muy contenta porque Lozano hizo ver a sus productos tan complejos como una nave espacial, imposibles de ser dominados por esos tristes viejecillos que conforman buena parte de su clientela.
Ay, mi Javi, eres una luz.