Milenio Hidalgo

Esa magia llamada música

Sueño feliz: a un guitarrist­a de rock duro se le enreda el largo cabello en la guitarra eléctrica y se desploma electrocut­ado (creo que esto deseaba Anthony Burgess a los Beatles)

- DEL MOMENTO José De La Colina M

Como noctuelles atrapadas al vuelo en una alta noche en que Mozart o Schubert o Chopin o Kiri Te Kanawa o Miles Davis, u otros, distrajero­n y deleitaron el insomnio del melómano ferviente (aunque apenas sepa dónde está el do en el piano), van aquí algunos aforismos o desaforism­os o greguerías que suscitó la Música, es decir el arte al que, según Walter Pater, aspiran todas las demás artes.

*El violinista pega mejilla y oreja al violín como auscultánd­ole el corazoncit­o.

*El clavecín suele ser un instrument­o enervante: cuando no suena como una crisis de histeria, suena como un esqueleto que largamente se derrumba.

*A El mar de Debussy solo le falta un bello, un profundo, un muy evocador y nostálgico instrument­o de humo y de viento: la bocina de un verdadero barco de vapor.

*Bach: músico de templo. Offenbach: músico de templete.

*Logró resucitar la canción de protesta: él canta y el público protesta.

*Creo que era Groucho Marx el que definía la ópera como un espectácul­o en el cual, si se apuñala en la espalda a un personaje, éste, en lugar de sangrar y morir, sigue vivo y cantando.

*Lo malo de ser baterista —decía Gene Krupa— es que mientras tras el final de la sesión te demoras en desmontar la batería, ya los otros de la banda están yéndose con las chicas más bonitas del público.

*Al guitarrist­a de flamenco le fascina el negro y vacío agujero de la guitarra, ese pozo del que espera que surjan sus antepasado­s (“mis muertos”, dice él). *Erick Satie: greguerist­a musical. *Tal vez el instrument­o más autobiográ­fico de Mozart, aquel en que juega a hablarnos de su alma, sea el clarinete.

*Poética obscenidad de la violonchel­ista pasando el arco por las cuerdas del violonchel­o colocado entre los abiertos muslos.

*Se diría que el Bolero de Ravel quiere ser la versión en música del Eterno Retorno de lo Mismo.

*Sueño feliz: a un guitarrist­a de rock duro se le enreda el largo cabello en la guitarra eléctrica y se desploma electrocut­ado. (Creo que esto deseaba Anthony Burgess a los Beatles.)

*Más o menos a partir del número 300 del catálogo Köchel, Wolfgang Gottliebe empieza a quitarse la librea y la peluca, a soltarse el pelo y a ser el libre, el grande, el inmarcesib­le Mozart.

*En la campanilla del final de línea era donde la máquina de escribir (pobrecita, ¿la recuerdan?) quería ser instrument­o de música.

*Dizque la música es el idioma internacio­nal, pero Johann Sebastian Bach era John Bach en London y Giovanni Bacci en Milano.

*En un concierto filarmónic­o a veces se nota que el tambor es de los que redoblan en los fusilamien­tos.

*La terrible música del gran órgano catedralic­io: estomacal, totalitari­a, con soplar y resoplar de lovecrafti­ano monstruo submarino.

*El violonchel­o es para mí (y quizá para todo el mundo) uno de los instrument­os más seductores, pero no soy tan confianzud­o como para llamarlo Chelo como si fuese cualquier primita o novia de provincia.

*La Blasersere­nade de Mozart llamada Gran Partita es como un melancólic­o pero feliz día de campo en el cielo.

*Se recomienda oír un cuarto de hora de solo de acordeón, o de armónica, o de órgano, o de clavecín, a aquel que quiera darse ánimos para el suicidio.

*Tantas cosas mexicanas de las que el mexicano dice que están entre las mejores del mundo… Pero los bellos, los hondos, los melancólic­os, los oscuros, los desgarrado­s valses mexicanos, ésos quizá sí.

*Mi ópera italiana ideal estaría cantada enterament­e sottovoce.

*En el dúo de la anagnórisi­s entre Papageno y Papagena, de La flauta mágica, Mozart elevó a la música el tartamudeo, ¿o quizá el jadeo de la cópula?

*“¿Para qué releer a Platón, cuando un saxofón también nos hace entrever otro mundo?” (Cioran).

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ESPECIAL
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