En sus marcas
Me encuentro intranquilo. El Mundial de futbol se acerca. Se abre el portón. Probablemente a usted le importa un rábano el deporte y busca votos para su candidato a la Presidencia, está usted en su derecho al activismo y a la obsesión, pero para mí la Copa del Mundo es un acontecimiento que no me perdería por nada. Y si digo nada es nada. Si gana López Obrador por 10, 20 o mil puntos, me tiene sin cuidado si lo que viene es el torneo que marca nuestra edad cada cuatro años.
Observo que tenemos buenos jugadores, pero no tenemos un equipo y mucho menos un entrenador. Las rotaciones de Osorio me enferman más que la agresividad de López Obrador. En materia de futbol, y acaso no solo en este deporte, el fracaso nos pisa los talones.
Presento mis credenciales. El primer mundial del que guardo recuerdo es el de Chile en 1962, pero solo hasta Wembley, 1966, vi partidos completos. Nuestros adversarios: Francia, Inglaterra, Uruguay. Eliminados a las primeras de cambio. Estoy aterrado: llevo casi 50 años de ver futbol sin perderme un solo Mundial.
Como dice Luis Miguel Aguilar recordando a Scott Fitzgerald: somos una autoridad del fracaso. Mi padre vio jugar a Bonfiglio, a Manuel Rosas, al Viejo Sánchez, a Pepe Ruiz y Nicho Mejía, al
Trompo Carreño y al Pichojos Pérez, al Récord y a Hilario. En el primer torneo mundialista en Uruguay, en 1930, los pioneros naufragaron: cayeron 4 a 1 contra Francia, perdieron 3 a 0 contra Chile y 6 a 3 contra Argentina. Desde entonces y salvo contadas excepciones, los jugadores mexicanos han puesto lo mejor de sí mismos en la búsqueda de la infelicidad.
Nunca he renunciado a ver un juego de México en una Copa del Mundo. Ni renunciaré, aunque siempre que termina nuestra ronda y quedamos eliminados considero con seriedad asistir al psicoanalista. Nos persigue la sombra de la derrota. No tengo mayores esperanzas en la actuación de México en Rusia 2018: Alemania, favorito para llevarse la copa nos va a hacer pinole. Los jugadores de Joachim Löw son cosa seria. No lo deseo, pero el tren alemán podría despedazarnos. ¿Podrá El Chícharo superar a Mats Hummels? El Tecatito se llevará a Boateng? ¿Soportará Héctor Moreno, en el caso de que supere su lesión, contener a Müller? No sé ustedes, pero yo estoy muy inquieto.