Milenio Hidalgo

Expertos rescataron de la extinción al lobo gris

En la zona norte de México y sur de Estados Unidos ya habitan 356 ejemplares protegidos

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El Canis lupus baileyi (lobo gris mexicano) fue declarado en peligro de extinción a finales de los años 70; en ese entonces se estimó que su número llegaba a apenas a medio centenar en territorio nacional. Cuatro décadas después esta especie se protege, rehabilita y conserva en la zona norte de México y el sur de Estados Unidos.

El rescate de esa especie ha sido posible gracias al esfuerzo de especialis­tas y ciudadanos agrupados en 55 institucio­nes multidisci­plinarias, 38 de ellas estadunide­nses y el resto mexicanas.

Xóchitl Ramos Magaña, veterinari­a egresada de la Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán de la UNAM, es una de las especialis­tas que trabajan en el Mexican Gray Wolf Species Survival Plan. “En México contamos con un centro de rehabilita­ción, con dos encierros. Las zonas de liberación se ubican entre Sonora, Chihuahua, Durango, Zacatecas y Nuevo León; y en Estados Unidos, entre Arizona y Nuevo México”, dijo.

La también veterinari­a del Zoológico de Chapultepe­c expuso que cada uno de los lobos liberados cuenta con un radiocolla­r para su monitoreo y han ubicado a algunos ganaderos e integrante­s de bandas del crimen organizado como sus “nuevos” antagónico­s.

En la Facultad de Ciencias (FC), explicó que parte de la rehabilita­ción para la vida libre de los lobos consiste en conservar no solo sus patrones conductual­es “silvestres”, sino su estructura social, “para que puedan cazar presas apropiadas: venados, pecaríes, guajolotes, liebres y otros mamíferos pequeños”.

Por ello, recomendó, “cuando se encuentran en cautiverio no deben crear lazos afectivos con los humanos, ni dependenci­a alimentici­a, pues cuando son liberados buscan a la gente y eso los pone en riesgo”.

Un ejemplo del éxito de este programa es el lobo Carlitos, que ingresó al Centro Ecológico de Sonora, estaba enfermo, pero sobrevivió al moquillo tras un par de meses. Luego, un virus que contagian los felinos lo envió 15 días a terapia intensiva; salió avante y fue nombrado como el veterinari­o que lo salvó.

En 2017, junto a una hembra y sus cachorros, fue liberado, pero no aprendió a cazar. Depredó ganado, se acercó a los poblados y un mes después regresó a cautiverio, para rehabilita­rse hacia la vida libre. Es uno de los 356 ejemplares del lobo gris mexicano protegidos.

El manejo en cautiverio es puntual, con un plan genético, etológico y de medicina preventiva, así como con un programa de rehabilita­ción, con preliberac­ión y liberación, aseguró Ramos Magaña.

Para el salvamento genético, los animales más representa­tivos de su especie son los principale­s candidatos a ser liberados, detalló.

No obstante, la especialis­ta dijo que, aunque se trata de evitar que los lobos tengan contacto con perros de rancherías en el norte, se han encontrado híbridos que son llamados “loberros”, pero “no deseamos que suceda esa mezcla”, concluyó.

“Cuando se encuentran en cautiverio no deben crear lazos afectivos con humanos”: experta

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