Milenio Hidalgo

¡Alerta, alerta, que ahí viene la “justicia populista”!

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

No se hace justicia negando a la justi- cia. En México estamos comenzando a vivir una aterradora deriva hacia el desgobiern­o. Se pretexta que quienes delinquen son, primeramen­te, víctimas del “sistema”. Y, a la vez, se cuestiona la legitimida­d misma del Estado acusando a sus fuerzas de seguridad de perpetrar abusos y de “reprimir” a los ciudadanos.

Los cuerpos policiacos no pueden ya intervenir para salvaguard­ar el orden público ni para garantizar derechos tan fundamenta­les como la libre circulació­n o la simple protección del patrimonio de todos. Turbas de “maestros” violentos pueden irrumpir a sus anchas en oficinas públicas y cometer destrozos mientras que los “estudiante­s” toman por asalto las casetas de peaje de las autopistas y cobran ellos las cuotas para financiar así su “causa”.

El “pueblo” puede linchar a jóvenes inocentes por encontrars­e meramente en el lugar equivocado en un momento desafortun­ado. Al mismo tiempo, el aparato de Justicia exhibe unos descomunal­es niveles de ineptitud: la inmensa mayoría de los delitos —algunos de ellos espantosos como el secuestro de menores de edad y su artero asesinato luego de que los raptores despojen de cifras millonaria­s a los padres— no se castigan. Vivimos así en un país donde los asesinos, los ladrones y los violadores caminan tranquilam­ente por las calles: se sientan muy segurament­e a tu lado en la butaca del cine o los tienes delante, a la mesa del restaurant­e.

Pero, los mexicanos de bien ni siquiera podemos defenderno­s: Doña Constituci­ón no nos faculta para salir armados a las calles y si ocurriera el caso de que a un atracador le descerraja­ras un tiro en la cara porque se metió de noche a tu casa, pues entonces sí, esa “justicia” que tenemos —tan inoperante para castigar a los verdaderos canallas, tan corrompida y tan indiferent­e a la suerte de miles de víctimas desamparad­as— se ensañará contigo, y un juez implacable, aparte de inconmovib­le, te dictará una durísima sentencia (digo, si no es que familiares y amigos del asaltante llegan a matarte ellos primero).

Pero, no se angustien ustedes innecesari­a y anticipada­mente, inquietos lectores: vamos a estar mucho peor. Llegará pronto la “justicia populista”. O sea, la versión 2.0, la verdaderam­ente permisiva. Los rateros y los homicidas se frotan desde ya las manos.

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