El lenguaje político
Una vieja tradición de la política mexicana es el eufemismo. Si hay quien puede constatar su extendido uso en el pasado, por experiencia o documentación histórica, hay también quienes lo saben de primera mano, los que somos contemporáneos y hemos atestiguado el tránsito de esa práctica desde José López Portillo a la fecha. Por supuesto, habrá gente que aún recuerde alguna contribución de Luis Echeverría, pero más atrás ya solo recurriendo a un libro o una hemeroteca.
Hoy una versión de ese ejercicio político ha generado alguna reacción en Francia, pues su presidente, Emmanuel Macron, ha promovido el eufemismo en el discurso de su gabinete, generando críticas de la oposición, que ven cómo el lenguaje político tradicional se ha convertido en una “lengua muerta”, pero también ha despertado el interés de quienes advierten alguna novedad en este viejo recurso.
La nueva Francia ya no dice “expulsar” a un migrante, sino “alejarlo”; se acabó la palabra “suburbio” para dar paso a “nuestros barrios”; desapareció “en provincia” y apareció “nuestros territorios”; el gasto no “se recorta”, ahora “se prioriza”; ya no hay “reformas”, sino “transformación”; los “impuestos” devienen “retenciones”; el “desempleado” hoy es “solicitante de empleo”, mientras que el “crecimiento negativo” ha reemplazado la “recesión”.
Más aún, comenta Frédéric Says en France Culture, Macron ha llevado esta sinfonía del eufemismo a niveles inusitados, pues si antes los gobiernos no se atrevían a mencionar a “los pobres”, por temor a parecer condescendientes, el Ejecutivo actual ha llegado al extremo de no referirse a “los ricos” como tales, sino como “los primeros en la cima”, con lo que hay un riesgo real de dejar a los partidos extremistas, como el de Marine Le Pen, el monopolio de la expresión natural.
Habrá que ver cómo afecta el resultado de la elección presidencial mexicana, el domingo próximo, el lenguaje político, tan afecto a la redundancia, el eufemismo, las medias verdades y las fake news, con el abuso de las redes sociales. Como los participantes son los mismos de siempre, con alguna que otra novedad en las boletas, no habría que esperar mayores sorpresas, aunque la eventualidad de un cambio de régimen puede acarrear, también, otros modos de expresión.