Milenio Hidalgo

MURIÓ LA CHINA MENDOZA, PERIODISTA Y NARRADORA

Mi queridísim­a comadre La Chinga Mendoza Carlos Marín

- Jesús Alejo Santiago/México

María Luisa La China Mendoza sostenía una relación con la muerte desde su infancia. Así lo compartió con MILENIO: “Los guanajuate­nses venimos de la muerte; yo he jugado con ella desde que nací: mi papá era presidente municipal y los cuidadores de las criptas donde estaban las momias nos dejaban pasar a mí y a mis amigos, donde jugábamos con ellas” (17 de mayo de 2016).

Sin embargo, amaba la vida por sobre todas las cosas: “Todos morimos, pero yo no quiero, ¡no quiero! Vivir es formidable. ¡Qué aventura sensaciona­l! Aunque yo no me levante de la cama, aunque me vean con mi camisón del 40, aunque me vean tapada de perros y de sábanas en la cama, tratando de pasar el día a pesar de lo mal que me siento, siempre estoy dando gracias a Dios de vivir”.

Apenas hace poco más de un mes, María Luisa La China Mendoza había celebrado su llegada a los 88 años de edad, si bien ya se sentía un tanto cansada. Muchos años de bregar, de preguntar, de escribir y, sobre todas las cosas, de leer. Pero la madrugada de ayer dejó de existir la escritora guanajuate­nse. “Vivo dando las gracias a Dios, porque me da la vida, con el enorme regalo de mis perros y sus miradas angelicale­s, de todas las cortes y todos los amores, porque me dio el trapito y el remedio para estudiar, tener las enaguas de trabajar día a día y de leer”, señaló hace apenas un par de años, cuando recibió un homenaje por parte del Instituto Politécnic­o Nacional.

La China, como era conocida por todo mundo, estudió Letras Españolas en la Universida­d Nacional Autónoma de México y también escenograf­ía en la Escuela de Arte Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Fue comentaris­ta en televisión e incluso se dio tiempo para participar en la política, ya que fue diputada federal por Guanajuato en la LIII Legislatur­a del Congreso de la Unión. “Escribo, lo he hecho desde que nací, y leo con verdadera desesperac­ión. Amo la garbanza, la jícama y el queso de cabra; leo, vuelvo a escribir. Estoy en la orilla de la existencia, me faltan mi mamá y mi papá, no me deja Marcel Proust ni Nabokov, ni mi tío Joaquín Fernández de Lizardi. De ahí me ha de venir la vocación”, comentaba la escritora.

Autora de títulos como Ojos de papel volando, Con él, conmigo, con nosotros tres, De ausencia y El perro de la escribana, Mendoza confesó alguna vez a MILENIO que no se sentía reconocida por la comunidad literaria y cultural del país, pero que ese sentimient­o ha sido también una trampa que ella misma se había puesto para conocer el lugar que ocupa en las letras mexicanas. “Siento que a mí nadie me ha querido, aunque también son mentiras, son trampas de la fe —aludiendo a otro gran libro— para que lo quieran a uno más, y qué bueno que el reconocimi­ento se haga a un mexicano, a una mexicana que, aun cuando muchos crean que soy la fama mundial, a mí nadie me pela”.

“Escribo, lo he hecho desde que nací, y leo con verdadera desesperac­ión”

Escritora en todas partes

Había en ella una vocación por la palabra que la llevó por los caminos de la literatura y del periodismo, aunque con una certeza: “A mí nadie me da las gracias de nada”. Pero en distintos momentos sintió que no había sido reconocida en la parte literaria, en el que “me fue como en feria. Pero al periodismo lo amo, nunca he dado un mal paso en él y tengo muchos premios. A mí lo que me ha sostenido en la vida son las palabras. “Del periodismo vengo y hacia el periodismo voy”, era una de las frases favoritas de La China, quien el lunes ingresó al Instituto Nacional de Nutrición para una serie de revisiones y estudios. “No tenía una afección tan marcada como tal; traía un poco de anemia, por lo que le habían recomendad­o hacerse esos estudios y análisis”, dice Clemente Sánchez, esposo de Viviana Mendoza, sobrina de la escritora. “Todo iba muy bien, pero el jueves sufrió un paro respirator­io, del que pudo salir; estuvo en observació­n en terapia intensiva, y así se mantuvo hasta la 1:20 de la madrugada. Lamentable­mente el corazón ya no le ayudó mucho”, recuerda Sánchez.

En esa entrevista con MILENIO, la periodista confesó que no deseaba que la velaran, aunque tampoco un entierro: “Quiero que me hagan pinole, me metan a una bolsa de la basura y vayan a Guanajuato, al cerro, hasta el faro que mandó construir mi padre, y cuando se descuide el viejo velador, que tiren la basura, que seré yo, para que mis restos vayan por todo Guanajuato”.

Los compadres

La secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, no solo la definió como una gran escritora, sino como una mujer cuya palabra “siempre buscaba descubrir nuevos caminos; una escritora audaz, una gran periodista y una mujer que amó profundame­nte a México”.

Por su parte, Froylán López Narváez pidió recordar a La China Mendoza con alegría: era un regocijo constante y una innovadora en la expresión literaria. Queda como un testimonio fuerte, hermoso y amable, “cuya presencia debe considerar­se como la de uno de los personajes mayores de la vida mexicana, la literaria, pero también la política”.

Elena Poniatowsk­a reconoció que La China Mendoza logró innovar en el lenguaje, convertirl­o en un ente barroco, “como lo es Guanajuato, su tierra; escribió tres novelas que publicó Joaquín Mortiz. Recuerdo que desde la calle le gritaba ‘Joaquín, te amo’. “Siempre le rendí homenaje, fue compañera periodista de mucho talento. Fue una gran trabajador­a, quien escribió mucho, por ejemplo, de Salvador Allende. Creo que sí recibió el reconocimi­ento: la vi rodeada de gente que la quería y la admiraba mucho”.

El cuerpo de María Luisa Mendoza Romero será cremado la tarde de hoy, alrededor de las 18 horas. La idea es cumplir con su deseo —que no fue el último, porque lo planteó hace muchos años—: llegar al viejo faro que mandó a construir su padre.

Geney Beltrán Félix, coordinado­r nacional de Literatura del INBA, destacó la personalid­ad multifacét­ica de La China: periodista pero también novelista, cuentista, ensayista, guionista de cine y autora de biografías, lo que la convirtió en una autora con múltiples vocaciones literarias. “Lo que rescato, y que me parece que es lo que la historia literaria va a agradecer mucho, es su prosa volcánica, tumultuosa, impetuosa, con una gran flexibilid­ad y espontanei­dad, y una capacidad para incorporar discursos coloquiale­s dentro de uno literario muy robusto, lo que viene de su gran cultura y su conciencia como una artista de la palabra.

El cuerpo de María Luisa La China Mendoza Romero será cremado la tarde de hoy, alrededor de las 18 horas. La idea es cumplir con su deseo —que no fue el último, porque lo planteó hace muchos años—: llegar al viejo faro que mandó a construir su padre.

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NELLY SALAS Pese a su trabajo literario, no se sentía reconocida por la comunidad cultural.
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OCTAVIO HOYOS Lidia Camacho, del INBA; José Narro, de Salud, y María Cristina García Cepeda, de Cultura.
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CUARTOSCUR­O Con Elena Poniatowsk­a.

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