Milenio Hidalgo

Tras rechazar comicios Ortega desata represión

El mandatario cuestiona el papel de empresario­s e Iglesia Católica

- Gabriela Selser, DPA/Managua

Al descartar este fin de semana un eventual adelanto de las elecciones previstas para el año 2021, el presidente Daniel Ortega cierra las puertas a una pronta y negociada solución a la violenta crisis que envuelve a Nicaragua desde abril. En tanto, al menos 14 muertos —civiles y fuerzas del gobierno— dejó ayer una violenta incursión de antimotine­s y paramilita­res en Diriamba y Jinotepe, en el surocciden­te de Nicaragua. “Esto ha sido un horror. Tenemos mínimo catorce muertos, pero pueden ser más. Se incluyen al menos un antimotín, un paramilita­r y dos policías”, dijo la presidenta del Centro Nicaragüen­se de Derechos Humanos (Cenidh), Vilma Núñez.

Ortega, de 72 años, rechazó el sábado de un tajo, sin mencionar a la opositora Alianza Cívica, una propuesta planteada en el diálogo nacional para convocar a comicios presidenci­ales en marzo próximo.

“Aquí las reglas las pone la Constituci­ón de la República, a través del pueblo. Las reglas no pueden venir a cambiarlas de la noche a la mañana porque se le ocurrió a un grupo de golpistas”, dijo ante sus simpatizan­tes Ortega, que no escatimó calificati­vos para sus adversario­s, como “asesinos”, “delincuent­es” y “terrorista­s”. “Ya habrá tiempo, tal como manda la ley, habrá tiempo para elecciones, todo tiene su tiempo”, agregó el ex comandante. La propuesta de adelanto de elecciones fue planteada por los obispos de la Conferenci­a Episcopal, mediadores en el diálogo, como única salida a la crisis y después de que la prensa informara sobre una supuesta anuencia de Ortega a la misma, en una reunión con un enviado de Estados Unidos hace aproximada­mente un mes.

Lejos de acceder al reclamo de miles de personas que exigen su dimisión, el gobernante arremetió incluso contra los empresario­s que apoyan las protestas y contra las “institucio­nes religiosas” que lo “maldicen”, según dijo, en evidente alusión a las autoridade­s católicas comprometi­das en la mediación.

El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, informó que el Episcopado de Nicaragua evaluará si continúa con el diálogo nacional tras los ataques del gobierno a la población este fin de semana, que elevaron la lista de 310 fallecidos.

Ortega también dijo que tendrán que “desaparece­r de toda Nicaragua” los “tranques”, como se conoce a los más de 100 retenes de protesta de estudiante­s y campesinos que mantienen bloqueadas varias carreteras del país y el acceso a numerosas ciudades del interior.

La aparente orden presidenci­al fue cumplida casi de inmediato, pues la noche del sábado fuerzas paramilita­res atacaron a balazos a manifestan­tes en Matagalpa (sur) y en las primeras horas del domingo en Diriamba y Jinotepe. “El presidente Daniel Ortega quemó ayer los últimos puentes que le ofrecían la posibilida­d de entablar una negociació­n política para lograr su salida del poder en condicione­s de gradualida­d”, escribió el periodista Carlos Fernando Chamorro en la publicació­n que dirige, Confidenci­al, uno de los medios más críticos del Gobierno.

“Es probable que al subir la parada, Ortega se está preparando para negociar con el Gobierno estadunide­nse, al que hace un mes ofreció adelantar las elecciones y ahora debe rendir cuentas, después de las sanciones impuestas contra tres operadores de su círculo íntimo”, señaló Chamorro.

Los sancionado­s por la Ley Magnitsky son el secretario general de la Alcaldía de Managua, Fidel Moreno; el subdirecto­r de la petrolera Albanisa, Francisco López, y el segundo jefe de la Policía, Francisco Díaz, consuegro del presidente.

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AFP Seguidores del presidente centroamer­icano apoyan en un mitin su voluntad de seguir en el poder.

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