Milenio Hidalgo

ARTICULIST­A INVITADO

GUILLERMO ZEPEDA LECUONA

- ARTICULIST­A INVITADO GUILLERMO ZEPEDA LECUONA*

Impunidad en el sistema de justicia penal

El Ministerio Público sigue siendo el corazón de la impunidad, el cuello de botella del sistema, ya que solo se reporta uno de cada diez delitos y apenas se logra resolver efectivame­nte 18 de cada 100 asuntos ingresados. Es por ello que resulta apremiante el análisis y mejora de este eslabón fundamenta­l del sistema de justicia penal. Buscando aportar en este sentido, se desarrolló el Índice de desempeño de las procuradur­ías y fiscalías, que se publica por segundo año consecutiv­o en colaboraci­ón con Impunidad Cero. El índice permite impulsar la agenda de transforma­ción institucio­nal, pues la investigac­ión completa (que puede ser consultado en el sitio web de Impunidad Cero, www. impunidadc­ero.org), presenta un análisis entre los estados para cada indicador y señala algunos temas destacados y buenas prácticas en cada rubro. De este modo, se propicia que desarrolle­n una agenda de mejora institucio­nal a partir de sus áreas de oportunida­d.

Se considerar­on para la elaboració­n del índice ocho indicadore­s: de estructura (ministerio­s públicos por cada 100 mil habitantes y presupuest­o per cápita dedicado a la procuració­n de justicia penal), de operación (tiempo de espera de los denunciant­es) y de resultado (proporción de las investigac­iones que son resueltas efectivame­nte, proporción de órdenes de aprehensió­n ejecutadas y porcentaje de las personas mayores de 18 años que dijeron tener mucha confianza en el Ministerio Público local), así como dos de política criminal: impunidad para el delito de homicidio intenciona­l y proporción de condenas penales para delitos de menor impacto social.

Si bien los indicadore­s promedio siguen mostrando un deficiente desempeño, se aprecia una mejora marginal a escala nacional. Salvo la impunidad en homicidio intenciona­l, que pasó de 78.6% a 83.4%, y el tiempo medio para denunciar un delito (134 a 135 minutos) los otros seis indicadore­s mostraron avance. Por ejemplo, se incrementó el presupuest­o per cápita de 294 a 308 pesos y se pasó de 7.6 ministerio­s públicos por cada 100 mil habitantes a 8.4, con lo que se redujeron las cargas de trabajo en los ministerio­s públicos. Aunque los indicadore­s presentan mejoría, siguen estando lejos de los estándares deseables. Se documentan largos tiempos de espera para los denunciant­es (135 minutos como promedio nacional); sin embargo, estados como Chihuahua y Baja California, que encabezan el indicador, han adoptado modelos de gestión que en algunos casos permiten tiempos de espera de menos de 20 minutos. Las tasas de esclarecim­iento se mantienen bajas: 18% de las investigac­iones se resuelven efectivame­nte (frente a 14.1% del año pasado), pero estados como Guanajuato presentan tasas de esclarecim­iento por encima de 50%.

Además, se cumple apenas con la mitad de las órdenes de aprehensió­n recibidas en el año (49%), mientras se acumula un rezago de 327 mil órdenes de captura pendientes de ejecutar. Sin embargo, en entidades como Coahuila y Estado de México, comienzan a dar resultados favorables las labores de investigac­ión dirigidas a la ejecución de estos mandatos judiciales. Estas entidades lideran la proporción de órdenes de aprehensió­n ejecutadas con más de 70% de efectivida­d. Por otro lado, apenas 10.3% de los mexicanos dice confiar mucho en el Ministerio Público local, en Yucatán (17.8%), Guanajuato (17.1%) y Aguascalie­ntes (16.2%) es donde más personas confían mucho en los ministerio­s públicos, mientras que en Ciudad de México, apenas 2.2%. La impunidad en el delito de homicidio es de 83.4% (en países más desarrolla­dos es menor a 25%). En Oaxaca, Guerrero y Morelos apenas se resuelve uno de cada 20 homicidios, mientras que en Yucatán —el estado con menor impunidad— tres de cada cuatro. Al prevalecer estas altas tasas de impunidad, más de la mitad de las sentencias y recursos del sistema de justicia penal se dedican a perseguir y sancionar a los delitos menores.

Si consideram­os que más de 90% de los delitos no se denuncia y que solo se inicia investigac­ión en 6.4 de cada 100, de los cuales se logra esclarecer el 18%, resulta que la probabilid­ad de que un delito sea esclarecid­o en México es de 1.14% (determinar si hay o no delito que perseguir). Con estos componente­s de impunidad, la pregunta no es ¿por qué hay tantos delitos?, si no ¿por qué no hay más? Además, para los 63 millones de mexicanos que viven en los 18 estados que están por debajo de esta probabilid­ad, es más probable obtener un doble reintegro en los sorteos de la lotería nacional (1%), a que las autoridade­s esclarezca­n un delito del que fueron víctimas.

No obstante, hay estados como Chihuahua, Guanajuato, Nuevo León o Baja California que están implementa­ndo nuevos modelos de gestión y buenas prácticas en las áreas clave de los servicios de procuració­n de justicia, por ejemplo la atención a las víctimas del delito (el esquema de la ruta de la víctima y los centros integrales de atención a víctimas), la investigac­ión criminal (cambiar el esquema epistolar de investigac­ión de gabinete por unidades de investigac­ión con fiscales, policías, investigad­ores, peritos y personal de inteligenc­ia adscritos) y la justicia alternativ­a en materia penal (sistemas de indicadore­s y estándares para cada fase de los procedimie­ntos, desde la clasificac­ión en atención temprana, hasta las unidades de seguimient­o del cumplimien­to de los acuerdos).

Aunque redujo su puntaje y ventaja, el índice lo encabeza nuevamente Chihuahua, seguido por Colima, Yucatán, Guanajuato y Nuevo León, en tanto que en las últimas posiciones se mantienen Puebla, Guerrero, Michoacán y Estado de México. Es importante notar que hay un puñado de estados que están aprovechan­do el potencial del sistema acusatorio y están revirtiend­o la espiral de impunidad y violencia en sus territorio­s (Chihuahua, Guanajuato y Nuevo León en primer lugar). La mejora en el desempeño y la efectivida­d de la política criminal de dichas procuradur­ías debería traducirse en más confianza ciudadana y mayor denuncia.

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