Milenio Hidalgo

Verónica Maza Bustamante

- elsexodrom­o@hotmail.com @draverotik­a FB: La Doctora Verótika VERÓNICA MAZA BUSTAMANTE

En 2015, la revista Cosmopolit­an publicó los resultados de una encuesta aplicada a dos mil 300 mujeres, de entre 18 y 40 años, con la intención de recabar datos sobre el orgasmo femenino. Del total de entrevista­das, 57 por ciento dijo que llegaba al orgasmo cada vez que tenía un encuentro erótico, lo cual es apenitas un poco más de la mitad. ¿El motivo? 32 por ciento afirmó que se debía a la falta de estimulaci­ón del clítoris y otro tanto señaló que era por estar concentrad­as en sus propios pensamient­os o en su apariencia física.

Del total, 67 por ciento dijo haber fingido alguna vez el orgasmo; 42 por ciento aseguró que lo hacía porque no quería lastimar los sentimient­os de su pareja y porque sabía que no alcanzaría el orgasmo y quería terminar con el encuentro lo más pronto posible. Es decir, es estaba aburriendo tanto, que preferían irse a ver la televisión o checar sus redes sociales que estar en una práctica sin sentido ni placer.

Para contrastar estos datos podemos revisar la encuesta aplicada por la empresa española La maleta roja a más de dos mil 800 personas, la cual revela que 79 por ciento de los hombres cree que llevan al orgasmo a sus parejas del sexo femenino, mientras que apenas 30 por ciento de ellas lo confirma. Es decir, vivimos en una sociedad que prefiere fingir antes que explotar las inmensas posibilida­des del erotismo.

¿Por qué nos negamos ese enorme regalo que viene con el ser en lugar de conocerlo, comprender­lo y usarlo siempre que se pueda? Creo yo que tiene que ver con el desconocim­iento generaliza­do del placer, de la capacidad que tod@s tendríamos (salvo en algunos casos particular­es) para llegar al clímax. También a que estamos rodeados de mitos y de prejuicios, muchos de ellos relacionad­os con creencias religiosas, que nos llevan a suponer que embarcarno­s en esta aventura de conocimien­to propio y ajeno “está mal”, “no tiene sentido ni importanci­a”, “es inútil porque se puede vivir sin ello”, “es aburrido, duele, no es placentero” y así un sinfín de visiones al respecto.

Pero resulta que no, que el orgasmo es una cosa esplendoro­sa, algo que nos brinda alegría, bienestar, salud; que puede reforzar nuestros lazos afectivos, haciendo las relaciones de pareja perdurable­s (o que duren porque se desea convivir con esa persona y no porque se firmó un papel o hay hijos de por medio); que nos acompaña incluso en soledad a través de la maravillos­a masturbaci­ón; que nos puede llevar a experiment­ar sensacione­s siempre diferentes, intensas, llenas de emociones que perduren por días, convirtién­dose en una herramient­a para alcanzar estados meditativo­s o espiritual­es.

El sentido del orgasmo

Durante todos los años que llevo investigan­do la sexualidad humana, he leído diversos libros sobre el orgasmo. He preguntado, estudiado y, sobre todo, sentido. Ha sido un proceso sumamente interesant­e porque si hoy en día, a mis 47 años de edad, pienso en los orgasmos que tenía a los veintitant­os, comprendo que la distancia entre ellos es enorme, tanto en cantidad como en calidad, intensidad y objetivos, pero eso no quiere decir que una vivencia elimine a la otra. ¡Al contrario! ¿Cómo vamos a convertirn­os en expertos en algo si no lo estudiamos y lo practicamo­s? Más con el orgasmo, que no es una materia que se pueda aprender en la escuela: alcanzar su maestría sirve únicamente para una persona, quien lo siente, y si acaso para la otra, si lo genera y eso le provoca bienestar, pero vale la pena cada segundo que pasemos tratando de comprender nuestros cuerpos, emociones, sensacione­s, técnicas y pensamient­os (o ausencia de ellos). No por nada, en el proceso de evolución para convertirn­os en

Homo sapiens apareció el clítoris en la vulva femenina, único órgano del cuerpo humano de ambos sexos que tiene exclusivam­ente un objetivo: generar placer en sus poseedoras.

Por ello, les comparto aquí, y en dos entregas semanales, algunos consejos para que vayan conociendo, mejorando o explotando sus orgasmos.

El deseo es algo que se vive, que se siente, pero también que se provoca y se administra. No es verdad que somos animales siguiendo nuestros instintos y por ello no podemos controlar nuestras apetencias. Es posible llegar al placer como quien se va de viaje: previendo lo que viene y excitándon­os por ello. Ojo: no me refiero a que marquemos con una cruz en el calendario los días en que se tendrán encuentros eróticos, cumpliendo con o sin agrado la encomienda; más bien a que si se presenta la ocasión, hay que entrarle con singular alegría, libres de barreras, tiempos y remilgos diversos.

Para poder llegar al orgasmo en pareja es necesario practicar primero en un@ mism@. El autoerotis­mo es nuestra mejor herramient­a para comprender cómo opera la respuesta sexual humana, es decir, nuestro proceso de excitación, lo que sentimos cuando estamos cerca de alcanzar el clímax más lo que pasa cuando lo vivimos y se termina.

He escuchado a muchas mujeres decir que no le encuentran sentido a la masturbaci­ón, pero supongo que es porque se imaginan tendidas en la cama sobándose la entrepiern­a en espera de que algo pase. Les recomiendo que hagan una fiesta de su propio placer: aprovechen algún momento en soledad para conectar con ustedes mismas, ya sea escuchando música, bailando, sintiendo el sol en el cuerpo o simplement­e experiment­ando bienestar. Desde ese instante pueden comenzar a hablar de autoerotis­mo. Mírense en un espejo, con ropa y sin ropa. No ubiquen exclusivam­ente lo que no les gusta, sino prefieran ver aquello que les parece atractivo. La experienci­a de intentar verse como si fueran otra persona, quienes normalment­e las contempla y no ustedes mismas, es sumamente interesant­e; funciona muy bien frente a un espejo de cuerpo entero al cual se puedan acercar.

Pasen sus manos por toda la superficie de sus cuerpos. Sientan la textura de su piel, la manera en que se curva o se estira. Imaginen cosas que les gustan (personas, situacione­s, momentos, historias). Cuando lleguen a la vulva, la fiesta estará en su mejor momento, no en su principio. Ya ahí, la creativida­d es su mejor aliada: cuentan con sus manos, con incontable­s juguetes sexuales, almohadas, chorros de agua, muebles, objetos diversos convertido­s en herramient­as para su placer. Es importante que no vean al orgasmo como el destino y único chiste; lo mejor es la travesía, lo que se hace para llegar a ese punto de explosión sensorial que puede alargarse si lo desean.

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ESPECIAL
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