Nosotros, los buenos
Andrés Manuel López Obrador siempre ha dicho, en público y en privado, que a él no le disgusta la manera en que hoy se nombra al titular de la Procuraduría General de la República. Ha dicho con todas sus letras que no le interesa la reforma al 102 constitucional.
Tampoco ha mostrado demasiado entusiasmo en reconstruir la institución, hoy devastada, ni en revivir el proceso avanzado por instituciones académicas y no gubernamentales para la formación de una nueva fiscalía. Zoé Robledo, próximo subsecretario de Gobernación, va a organizar unas mesas “para intercambiar puntos de vista” con los colectivos #fiscalíaquesirva y @vamospormás. Cuando quieras que un problema perdure arma un comité, ¿o cómo era?
Eso sí, López Obrador ya prometió que el nuevo procurador no recibirá ni una instruc- ción de parte del presidente que comprometa su trabajo.
Algunos de esos mismos colectivos, unidos a organizaciones nacionales y de derechos humanos, exigieron desde el primer momento no aprobar y ya aprobada, abrogar la Ley de Seguridad Interior. El próximo presidente de México no se pronunció demasiado sobre la ley, pero eso sí: advirtió que nadie debía temer si él ganaba, porque él nunca ordenaría a las fuerzas armadas reprimir a nadie. Olga Sánchez Cordero ha dicho que duda de su constitucionalidad, y Alfonso Durazo ha insistido en que no hay de qué preocuparse porque el próximo gobierno no la utilizará. Nadie habla de derogarla.
Otras organizaciones de la sociedad civil reunidas en el colectivo #medioslibres han exigido revisar la ley de publicidad oficial recién aprobada, antes pedían abrogarla, y aunque celebran les parece que la mera reducción del gasto en ese rubro, sin terminar con la discrecionalidad, no es suficiente. Ya desde campaña, López Obrador les había dicho que no se preocuparan, porque el nuevo gobierno no gastaría tanto ni lo haría con el fin de manipular a los medios que recibieran ese dinero.
Morena organizó una megacolecta después del sismo y recaudó muchos millones de pesos de sus afiliados y funcionarios que después repartió en efectivo, mediante empleados y militantes de Morena, a decenas de miles de damnificados en periodo electoral, ahí están los recibos con todo y credencial electoral. Pero nada de eso debe preocuparnos porque, ya lo dijo López Obrador, ellos nunca han repartido nada a cambio de votos. Porque él y Morena sí son éticos, tienen principios e ideales.
Pues eso.