Milenio Hidalgo

Los estragos de Uber en los taxistas

- Julio Serrano Espinosa juliose28@hotmail.com

Ser taxista en el pasado era garantía de un ingreso razonable y constante. No más. Uber vino a desquiciar la industria del transporte privado y de paso afectó la vida de miles de taxistas.

Reconozco que yo soy un gran admirador de Uber. Su modelo de negocios me parece revolucion­ario. Me encanta su servicio. El enorme éxito que ha tenido es evidencia clara de que existía una necesidad de mercado que no estaba siendo atendida. Por más que los taxistas luchen por prohibir el servicio, no veo vuelta atrás. Esta es una batalla perdida.

Sin embargo, me parece importante entender lo que está pasando con los taxistas para apreciar lo que sucede y seguirá sucediendo con los avances de la tecnología.

El impacto económico de Uber en los taxistas ha sido significat­ivo. Cada vez más gente prefiere contratar un Uber o un servicio similar que subirse a un taxi. La menor demanda trae consigo una evidente reducción en los ingresos de los taxistas. La situación es aún más delicada, ya que el golpe fue repentino. Tras décadas de operar sin competenci­a, la industria de taxis sufrió de manera inesperada una hecatombe con la entrada de Uber.

Pero Uber no solo afectó los bolsillos de los taxistas, sino también su orgullo. Muchos llevan años recorriend­o las calles de las distintas ciudades del mundo. Conocen sus rincones más escondidos; las calles menos transitada­s y los mejores atajos. Saben, dependiend­o de la hora, cómo evitar el tráfico para llegar más pronto a su destino.

Resulta que cualquier conductor, incluidos los de Uber, ahora cuenta con mapas GPS que le indican la mejor ruta a cualquier dirección en cualquier ciudad del mundo. No hace falta haber transitado por muchos años ni tampoco haber estudiado a detalles las calles. Puede ser la primera vez que un conductor toca una ciudad, con Google Maps o Waze podrá llegar igual o más rápido a su destino que un taxista que lleva toda su vida viviendo ahí.

Mientras los taxistas sufren, los consumidor­es son los grandes ganadores de la entrada de Uber. También se benefician miles de personas desemplead­as que han tenido la oportunida­d de ganarse la vida gracias a Uber. Es verdad que hay taxistas que se han sabido adaptar a la nueva realidad, algunos incluso mejorando su situación al convertirs­e en choferes de Uber. Pero lo cierto es que la mayoría está peor que antes.

Esta no será ni la primera ni la última vez que la tecnología destruye trabajos para crear otros nuevos. Pronto serán los propios conductore­s de Uber quienes se verán amenazados por vehículos que se manejan solos. El reto para los gobiernos será proteger y reentrenar a las personas que queden rezagadas por la tecnología.

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