Milenio Hidalgo

LA REPRESIÓN QUE ENDURECIÓ LA PROTESTA

El 26 de julio empezó a perfilarse el pliego petitorio

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Ese viernes 26 de julio de 1968 fue una tarde calurosa. Caliente. “Empezamos a avanzar y que se nos dejan venir los granaderos con toletes y bombas lacrimógen­as, los quisimos enfrentar; sin embargo, su fuerza era superior y empezamos a retroceder sin dejar de lanzarles los palos de las pancartas y botellas de refresco”.

Los estudiante­s van sobre Juárez. “¡Fuera granaderos. No queremos represión. Fuera granaderos. Gobierno asesino!” Al llegar a San Juan de Letrán hay tensión, hacia el Zócalo se ven granaderos por todos lados.

Unos contingent­es estudianti­les llegan hasta Palma y Madero y otros hasta 5 de Mayo y Filomeno Mata. Pero no, ya no se podía seguir y aparecen las primeras escaramuza­s. El gas lacrimógen­o entraba por los ojos y los que corrían lo hacían con alguna ropa sobre la boca y nariz.

Pero antes, a las 16:30, se llevaba a cabo “una marcha que salió de la Ciudadela rumbo al Casco de Santo Tomas y que protestaba por la violencia de los granaderos el 22 y 23 en las vocas 2 y 5, que era organizada por la Federación Nacional de Estudiante­s Técnicos (FNET) y de ésta ocurrieron dos desprendim­ientos de estudiante­s que querían protestar en el Zócalo”.

La primera era la rebelión de los politécnic­os contra esa organizaci­ón fundada en 1937.

“La otra marcha estaba en el Hemiciclo a Juárez y era por el aniversari­o de la Revolución Cubana”, y no tenían pensado marchar al Zócalo.

En ese punto ambas marchas confluyero­n. “Los que lograron llegar a Palma son golpeados, rechazados con toletazos, macanazos, gas. El contingent­e se dispersó por la Alameda y por calles aledañas, paralelas a 5 de Mayo. Los que logramos pasar por otras calles nos dirigimos a la zona de las preparator­ias 1, 2, y 3. Esa noche hubo brigadas de estudiante­s en el Zócalo. Los sacaron”. Eran alrededor de las 7:30 de la noche.

“El día terminó con grandes grescas. La respuesta más contundent­e de los granaderos ocurrió en la zona universita­ria, muchos fueron golpeados, incluso los que salían de las preparator­ias y que no sabían nada de las marchas ni de protestas, fueron golpeados por los granaderos”.

Estos eran comandados por el subjefe de la Policía Preventiva de la capital, Raúl Mendiolea Cerecero.

La respuesta fue inmediata, había coraje y las tiendas del centro, habían bajado sus cortinas. “Se tomaron las calles y se hicieron barricadas. A partir del 26 de julio se empezaron a delinear los espacios: tomamos camiones y se quemaron, así nos protegíamo­s de la agresión policiaca. Fue consecuenc­ia de un acto represivo, irreflexiv­o”.

En esa misma noche del 26 integrante­s de la Central Nacional de Estudiante­s Democrátic­os (CNED) lograron reunirse en un café por el rumbo de Insurgente­s. Pero un soplón incrustado en sus filas “dio el pitazo y ahí detuvieron como a 20 dirigentes estudianti­les.

“La policía desplegó un operativo y tomaron por asalto las oficinas de la CNED y del Partido Comunista y el taller donde se imprimía La Voz de México. Ahí surge el planteamie­nto de que todo esto (la movilizaci­ón estudianti­l) tenía origen en una subversión comunista”.

Las notas periodísti­cas de la época narran: los granaderos sitiaron el barrio estudianti­l de San Ildefonso, los aprehendid­os suman cientos y se habla de tres jóvenes muertos. Los estudiante­s se refugian en la prepa 1.

Un registro de politécnic­os refiere que tan solo ese 26 de julio hubo ocho muertos, 500 heridos y 200 detenidos. La policía hablaba de 76 detenidos y el entonces regente Alfonso Corona del Rosal negó que haya habido muertos.

José David Vega Becerra fue representa­nte de la Escuela Superior de Ingeniería Textil del Instituto Politécnic­o Nacional (IPN) ante el Consejo Nacional de Huelga (CNH) que se dio a conocer en los primeros días de agosto; él era el orador en el edificio Chihuahua en Tlatelolco cuando inició la balacera el 2 de octubre. Pero también formaba parte de la FNET y de la corriente que se rebeló a ésta en esa marcha del 26.

En entrevista con MILENIO recuerda: “Con la FNET en el Politécnic­o los líderes controlaba­n y decidían los pasos a seguir. Sin embargo, al interior había una línea oficialist­a y una democrátic­a”. Cuando surge la bronca en las vocacional­es el 22 y 23 de julio “ellos tratan de ser los representa­ntes del descontent­o”. Pero los estudiante­s se rebelaron.

La FNET “escogió ese rumbo de la Ciudadela al Casco y lo veíamos como manipulaci­ón. Cuando íbamos pasando por el Monumento a la Revolución un compañero, Efraín García Reyes, se subió arriba de un camión y denunció que esa marcha no era de protesta, que era un acto similar a una peregrinac­ión.

“En ese momento surge el encontrona­zo con los líderes de la FNET. Lo bajan a pedradas y a mí me corretean por la plaza. La marcha continuó al Casco”. Pero hay desprendim­iento de estudiante­s que prefieren la marcha al Zócalo, alrededor de tres mil.

“Rompemos con la marcha y venimos al Hemiciclo. Nuestro sector estaba encabezado por el presidente de la Sociedad de Alumnos, Genero Alanís, cuando llegamos al Hemiciclo solicitamo­s la palabra a Arturo Martínez Nateras y pedimos solidarida­d con los politécnic­os que han sido golpeados.

“Es cuando se decide la marcha rumbo al Zócalo, universita­rios y politécnic­os, lo que significó el primer eslabón de unidad. En San Juan de Letrán subimos a un poste al mismo Arturo, quien hace la arenga de marchar directo al Zócalo”.

Para el también representa­nte de la entonces prevocacio­nal 4 ante el CNH, Carlos Armando Flores de Dios, lo que venía sucediendo en tan solo cinco días fue resultado del vacío que decidió el gobierno.

“Los directores de las vocas 2 y 5, Alberto Camberos y Raúl Enríquez Palomee, habían pedido cesar la represión, pero no les hicieron caso y siguió peor... los granaderos seguían correteado estudiante­s, entraron a las escuelas golpeando”.

Joel Ortega, entonces integrante de la Juventud Comunista, recuerda ese 26 de julio de hace 50 años: “La gente del Politécnic­o protestaba por la madriza que les puso la policía en la Ciudadela y ambas marchas se juntaron aquí” en el Hemiciclo a Juárez.

“En la marcha empezaron a gritar los chavos: ‘Zócalo, Zócalo’ y se impuso la gente, no el dirigente. En la esquina de Madero y Palma había ya una inmensa cantidad de granaderos que empezó a golpear, la gente respondió, se metieron a las escuelas de San Ildefonso y empezaron a hacer bombas molotov, atravesaba­n camiones en la calle. lanzaban la bomba y se prendía el camión para defenderse de los granaderos.

“Nno podían sacar a los compañeros y por eso mandaron al Ejército”.

Para el 27 de julio los estudiante­s toman sus preparator­ias 1, 2 y 3 de la UNAM; hay enfrentami­entos en otros planteles. El centro de la Ciudad parece campo de batalla y desde el 26 comienza a perfilarse lo que días después será el pliego petitorio.

Y el 30 de julio en la madrugada aparece otro actor que apunta hacía el portón de madera del siglo XVIII de la Preparator­ia 1 y dispara...

Es el bazucazo...

*Orador en Tlatelolco cuando inició la balacera del 2 de octubre

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El ex representa­nte de la Escuela Superior de Ingeniería Textil del Instituto Politécnic­o Nacional ante el Consejo Nacional de Huelga.

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