Malos pasos
Gilga tuvo noticias del empresario Domínguez Cereceres cuando salió de compras con su lavadora y ofrecía en México adelantos codiciables a diversos escritores por sus libros y cantidades nada despreciables a distintas editoriales que pretendía comprar
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gil se enteró de que el empresario mexicano Bernardo Domínguez Cereceres había sido detenido en Madrid acusado de blanquear fondos para el clan Pujol, en especial, de Jordi Pujol hijo. Gil lo leyó en El Mundo. Domínguez fue puesto en libertad, pero el juez ordenó que se le recogiera el pasaporte y se le prohibiera salir de España. El juez José de la Mata le atribuye a Domínguez Cereceres la creación de contratos de préstamo ficticios para colocar la fortuna familiar de Pujol fuera del alcance de la justicia española. La policía judicial advierte operaciones de lavado de dinero en plenas pesquisas por 28.5 millones de euros.
Gilga tuvo noticias del empresario Domínguez Cereceres cuando salió de compras con su lavadora y ofrecía en México adelantos codiciables a diversos escritores por sus libros y cantidades nada despreciables a distintas editoriales que pretendía comprar. Domínguez Cereceres creó una editorial, Malpaso, de libros caros y bien hechos, compró la editorial Jus y diseñó varios sellos que circulaban en México y España: Lince Ediciones, Biblioteca Nueva, Salto de página, Minerva. La lavadora de Domínguez Cereceres trabajaba.
Nadie sabe nunca nada: resulta que los derechos de la obra de Sigmund Freud traducida por Ballesteros al español los detenta este Domínguez Cereceres, y así con una cantidad de obras publicadas en otras casas editoras. Como dirían los clásicos: puesná, que Domínguez Cereceres era un pájaro de cuento y cuenta.
Cuentas pendientes
Gamés lo leyó en su periódico El País en una nota de Carles Geli: “Las dudas sobre la viabilidad del grupo editorial Malpaso que el empresario mexicano Bernardo Domínguez Cereceres ha hecho crecer vertiginosamente desde su creación en 2013 en Barcelona se han disparado”. Resulta que la lavadora de Domínguez no pagaba traducciones, adelantos, imprentas, papel y todo eso con lo que se hace un libro. Los trabajadores del grupo llevan dos meses sin cobrar. En Twitter hay un hashtag: MalpasoPagaYa.
Ah, los editores megalómanos; ah, los empresarios que se las saben de todas, todas; ah, los audaces. Domínguez Cereceres abrió una librería en Barcelona que se inauguró en 2016 cuando ampliaron el capital para nuevas líneas de negocio. La librería está cerrada. Como Domínguez Cereceres tenía muchas ideas y mucho dinero, abrió el restaurante Malpaso que se inauguró en 2015 con una fiesta espectacular con mariachis e invitados de postín (gran palabra) muy principalmente Jordi Pujol Ferrusola. El restaurante cerró, abrió y al parecer reabrió.
Según la nota de Carles Geli de su periódico El País, la deuda de Malpaso asciende a 700 mil euros. A esta deuda contribuyó de forma notable la compra de los derechos en español de la obra de Bob Dylan por los cuales habrían desembolsado 250 mil euros. Con Domínguez Cereceres no había tu tía.
Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: tengan cuidado si quieren ponerle a una hija Bárbara, o a un hijo Iván, o a un grupo editorial Malpaso. Los nombres saben cosas que ignoramos, destinos trazados: Malpaso.
Vacaciones, hollidays, en vacances
Gilga tomará unas inmerecidas vacaciones y no aparecerá durante un par de semanas en esta página del directorio. Nadie ha despedido a Gil de su periódico
MILENIO, Morena no ha presionado para bajarle de blanquillos a esta página. Se trata de unos días de descanso y reflexión. Qué, no solo el futuro presidente reposa y piensa, también Gamés. Si hay un temor de Dios, también un temor de las vacaciones, pues el vacacionista, o como se diga, cae en cuenta de que la vida está en otras partes y sucumbe a una depresión que le dura exactamente el tiempo de las vacaciones en las cuales no es feliz sino desdichado.
Gil intentará la molicie sin culpa. Y nada de planear uno de esos viajes que agotan al mejor parado (sin albur), al mullido sillón, eso sí, a lograr un acto contemplativo. Por ejemplo: observar la escalera de la casa de campaña, o poscampaña, del futuro presidente y estudiar como un científico lo que ahí ocurre.
Todo es muy raro, caracho, como diría John Steinbeck: El arte del descanso es una parte del arte de trabajar.