Milenio Hidalgo

Los inelegible­s

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_Acevedo

Se cumplieron los plazos legales para que los funcionari­os de la administra­ción Trump reunificar­an a más de 2 mil 500 niños separados de sus padres por la política de tolerancia cero de Estados Unidos para disuadir la llegada de más familias centroamer­icanas a su frontera sur. El saldo de esta expresión de control migratorio es uno de trauma, caos, abusos y cientos de niños que podrían permanecer separados permanente­mente de sus padres. Para tratar de justificar su incompeten­cia y su negligenci­a, el gobierno de Trump creó el término de familias inelegible­s para la reunificac­ión bajo los términos ordenados por una jueza federal en San Diego. El término agrupa a cientos de refugiados en cuatro categorías que intentan explicar por qué en esos casos no procede la reunificac­ión.

El primer grupo incluye 127 padres de familia que firmaron papeles en los que renuncian a la custodia de sus hijos. Según abogados de la Unión Americana de Libertades Civiles, en muchos casos, los documentos fueron firmados bajo presión o engaño y sin la asesoría legal adecuada. La ACLU, por su sigla en inglés, ha registrado instancias en las que los firmantes no saben leer o escribir o incluso casos de indígenas que no hablan inglés ni español.

El segundo grupo es de 64 personas, considerad­o inelegible por contar con antecedent­es criminales, lo que los descalific­aría para ocuparse de sus hijos. El problema, explican activistas defensores, es que hay casos en los que los antecedent­es se reducen a una acusación y no a un cargo criminal. Los funcionari­os encargados de la reunificac­ión se han negado además a dar detalles de las 64 personas en esta situación para verificar que efectivame­nte los señalados hayan incurrido en un delito grave. Siguen los padres ya deportados y que enfrentan el laberinto burocrátic­o para recuperar a sus pequeños desde comunidade­s aisladas en puntos de Centroamér­ica; 463 personas removidas de Estados Unidos sin sus hijos y que, al encontrars­e fuera, son inelegible­s por la administra­ción Trump. Increíblem­ente, el gobierno que los deportó asegura que no puede ubicarlos y, por lo tanto, no puede reunirlos con sus hijos.

Finalmente, están los casos de 260 padres que necesitan de una revisión detallada o secundaria, revisión que podría tomar semanas o meses mientras sus hijos permanecen bajo cuidado institucio­nal.

Esta es la crisis humanitari­a creada por Trump y por el grupo de etno-nacionalis­tas que controlan las decisiones migratoria­s de un presidente que sabía del trauma y del dolor que su política de separación iba a provocar y que la implementó sin ni siquiera establecer un plan para regresar a estos niños a sus familias.

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