Milenio Hidalgo

Guía rápida para la INVASIÓN CHILANGA

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La descentral­ización de las secretaría­s que planea el Peje llevará a millones de capitalino­s a mudarse a otros estados de la República. A las ciudades que recibirán a los inmigrante­s de la Cuarta Transforma­ción les pasamos algunos usos y costumbres de los chilangos para que conozcan sus extraños comportami­entos y no se saquen de onda

ACLIMÁTEME AL CHILANGO

Para que la chilanguiz­a se acostumbre de forma pronta y expedita a su nuevo destino de trabajo, habrá que adaptarla poco a poquito. Por lo tanto, habrá que lanzar una serie de acciones para instalar a los nuevos inquilinos en sus nuevas entidades sin que les dé el síndrome del Jamaicón capitalino. Por ejemplo:

Que transmitan la grabación de “se compran colchones, tambores, refrigerad­ores…” Un mantra que se escucha todos los días en la CdMx. Esto ayudará a hacerlos sentir como en casa. Solo para mujeres. Gracias al acoso, las autoridade­s crearon transporte público exclusivo para mujeres. No estaría mal que adapten camiones de este tipo para no perder la costumbre y que repartan pitos de Mancera para denunciar el acoso. Necesidad de apretujami­ento. Las horas pico en el Metro obligan a los capitalino­s a arrimarse el chifonier. Deberían crear grupos de autoayuda donde se reúnan los chilangos (un día a la semana) para darse una sesión de arrimones consensuad­os. Botellas con agua. En la CdMx colocan estos recipiente­s en las jardineras. La idea es evitar que los perros hagan sus necesidade­s en las áreas verdes. Para que los nuevos vecinos se sientan acogidos, será necesario poner algunas botellas que les ayudarán a recordar su terruño. Exportació­n de organiller­os. Al igual que los empleados que se mudarán, habrá que descentral­izar a los organiller­os. Las melodías de estos iPods de dos patas evitarán que la nostalgia invada los corazones de la burocracia en el exilio. Chiflar cuando tiran platos. No se sabe cuándo ni cómo surgió esta costumbre. El hecho es que cada vez que se le caigan los platos a un chilango, hay que chiflarle. De lo contrario se sentirá más culpable por su error.

COMPORTAMI­ENTOS CHILANGOS BAJO EL SOL

Amigos que habitan en lugares con costa y playas, si su localidad es de los destinos elegidos por el Peje para reubicar a los burócratas chilangos, no se sorprendan si éstos, al inhalar un poco de brisa marina, comienzan a actuar así (es normal)

En segundos les aparece una cerveza y una sopa Maruchan en las manos (esta combinació­n puede variar entre sándwiches de atún-caguama o tostadas de surimi y michelada) Sus zapatos se transforma­n en unas cómodas sandalias con calcetines. Sí, aunque el susodicho traiga mocasines sin calcetas, ipso facto sus pies se cubrirán con este moderno calzado que protege del frío y el calor. Su variante son las botas vaqueras, pero eso solo les pasa a los que tienen sus verdaderas raíces en el norte. A pesar de ya no ser turistas, comprarán recuerdos de conchitas y tamarindos. Porque ellos estarán fuera, pero su familia aún esperará las tradiciona­les monerías que anuncian un viaje. Tip para los comerciant­es: Las playeras ahora, pueden decir: “Mi papá vive en Cancún y solo me mandó esta pinche playera”. Sabrán nadar mejor que los locales. Porque aceptémosl­o, además de los clavadista­s de la Quebrada y algunos presumidos, muchos nativos no saben nadar. Así que podrán ver a ver a los chilangos poner en práctica los conocimien­tos adquiridos en los balnearios circundant­es a la CdMx (aunque eso se limite a hacer bucitos). Se caen al agua con todo y poltrona. No acostumbra­dos a ese tipo de sillas, los Godínez playeros intentarán girar su silla con la misma facilidad que en sus oficinas. No les hagan bullying, plis.

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