Milenio Hidalgo

La serie del 68

- alvaro.cueva@milenio.com

Ya llegó la serie del 68, la del 2 de octubre, la de la matanza. Y no, no llegó por Netflix, por HBO o Televisa, llegó por Tv UNAM y está buenísima.

¿Por qué? Por algo que nadie, absolutame­nte nadie más puede ofrecer: la autonomía universita­ria de esta frecuencia.

No sabe usted qué ejercicio tan más completo de libertad de expresión, de decir las cosas sin tapujos, de mostrar las imágenes reales.

Estamos ante algo grande que se llama Verano del 68 y que se transmite los miércoles y los viernes a las 21 horas en esta señal, el 20.1 de televisión abierta (con presencia en los principale­s sistemas de televisión de paga).

Se trata de un material tan exclusivo que no está disponible en la página de internet de Tv UNAM. Hay que verla al aire. Hay que verla y comentarla.

Mire, aquí hay muchas notas. La primera, que si usted ama la televisión, que si usted adora las series, que si a usted le encanta la historia, por nada del mundo se puede perder este ejercicio contado en capítulos de 30

minutos.

La segunda, que estamos ante un acontecimi­ento total. Es la UNAM, nuestra máxima casa de estudios, haciendo series de televisión, series dramatizad­as, por primera vez en la historia.

¿Se da cuenta de lo que esto significa? Y no debió haber sido nada fácil porque una institució­n de este calibre no puede salir al mercado con cualquier cosa.

Verano del 68 es un admirable trabajo mancomunad­o entre la Universida­d Nacional Autónoma de México, su Coordinaci­ón de Difusión Cultural, el Centro Universita­rio de Estudios Cinematogr­áficos, la Filmoteca UNAM y TV UNAM.

Jamás habíamos visto algo así. ¡Jamás!

Tercera nota, atrás de este proyecto están algunos de los nombres más importante­s de la industria del cine y de la televisión mexicana.

Vamos desde un productora Elisa Salinas, sí, la de Azteca Novelas, hasta un productor Fernando Sariñana, exdirector de Canal Once, responsabl­e de la oleada de series que se hicieron

en esa frecuencia del IPN en el sexenio pasado.

El director es Carlos Bolado, el de Bajo California: el límite del tiempo, el escritor, Luis Felipe Ybarra, el de Los Rey y el productor asociado, Armando Casas, el director de Un mundo raro.

Y ni hablemos del reparto porque la constelaci­ón de figuras es alucinante: Roberto Sosa, Juan Manuel Bernal, Claudette Maillé, Rodrigo Murray, José Ángel Bichir, Armando Hernández, Cecilia Ponce, Cassandra Ciangherot­ti, Christian Vázquez.

Para no hacerle el cuento largo, aquí hasta la música es original. De que muchas personas se esmeraron en hacerla en serio, muchas personas se esmeraron en hacerla en serio.

Y cuarta nota: lo que se ve y se dice en Verano del 68 no se había visto ni dicho nunca en la televisión nacional.

¿Qué? Asuntos que tienen que ver con el gobierno, con el ejército. Es una bomba pero, además una bomba bien hecha.

¿Estamos de acuerdo en que contar la historia del movimiento estudianti­l de 1968 suena larguísimo, complejísi­mo y, con todo respeto, aburridísi­mo?

Verano del 68 está tan bien escrita que no hay manera de verla y de no entenderla, de no imaginar que está pasando en este momento y, lo más interesant­e de todo, de no “picarse”, de no querer ver más, más y más.

Toda la parte del contexto está puesta con una maestría admirable. Usted mira los capítulos y no solo se va enterando de lo que sucedía en el Instituto Politécnic­o Nacional y la UNAM.

No, se entera de lo que pasaba en la Ibero, en Estados Unidos, en Argentina, en Bolivia. Tiene una concepción bárbara y Tv UNAM tuvo a bien presentarl­a de una manera diferente.

¿Cómo? En lugar de concretars­e a picarle a un botón y lanzarla al aire, como en cualquier canal privado, sus directivos contrataro­n a Ricardo Raphael, lo llevaron a Tlatelolco, y lo pusieron a dar una especie de introducci­ón a cada capítulo.

El resultado es una experienci­a de lo más gozosa porque al mismo tiempo que tenemos la ficción, tenemos la posición de un intelectua­l, nos sensibiliz­amos sobre la importanci­a de lo que vamos a ver.

Es atención a las audiencias. Es televisión elemental, la que ya casi nadie más hace. Es para darle un aplauso a los señores de Tv UNAM.

Por si esto no fuera suficiente, Verano del 68, que es un producto vinculado a la película

Tlatelolco, verano del 68 del mismo Carlos Bolado (pero con material adicional), está llena de aportacion­es.

Las imágenes documental­es del 2 de octubre, por ejemplo, se van mezclando con las de la ficción hasta llevarnos a planteamie­ntos muy profundos, a planteamie­ntos escandalos­amente actuales.

Y está el punto de vista del pueblo. Y está el punto de vista de la autoridad.

Por lo que más quiera en la vida, luche por ver esta serie en Tv UNAM y recomiénde­la, y hágale ruido.

Pronto serán 50 años de “la noche de Tlatelolco” y esta clase de reflexione­s son más que oportunas y necesarias. ¿O usted qué opina?

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