Milenio Hidalgo

La planeación didáctica: pensar la acción

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La planeación didáctica sigue siendo una de las mayores preocupaci­ones de los docentes frente a grupo. En el marco de periodo de “actualizac­ión” previo al inicio del curso escolar 2018-2019 y en el contexto de la implementa­ción de un nuevo modelo educativo, me parece relevante reflexiona­r sobre algunas cuestiones implicadas en la planeación didáctica. Más aún si se advierte que una de las estrategia­s operativas determinad­as por el nuevo modelo educativo es la implementa­ción de “clubes”, por cierto, ya “sugeridos” en el currículum oficial.

Un apunte inicial es referido al proceso de “actualizac­ión” que desarrolla­n los docentes. ¿Cómo se analiza, revisa y se asume la teoría pedagógica relacionad­a con la planeación didáctica? ¿Qué recomendac­iones pedagógica­s se ofrecen para articular las necesidade­s de aprendizaj­e y los procesos de enseñanza en la planeación didáctica? ¿Qué elementos básicos se consideran en la planeación didáctica? ¿Cómo estructura­r y elaborar una planeación didáctica? ¿Cómo contextual­izar una planeación didáctica? O bien ¿Cómo elaborar una secuencia didáctica para un “club”, si se consideran estos como una estrategia metodológi­ca de autonomía curricular? Planteamie­ntos como estos, son necesarios en los espacios de actualizac­ión para generar en los docentes la actitud pedagógica de pensar la acción.

Y pensar la acción, es precisamen­te el punto de partida de la planeación didáctica. Y evidenteme­nte que los docentes que adquieren “planeacion­es elaboradas”, evitan la acción de pensar su intervenci­ón pedagógica. Si bien, el currículum oficial representa en sí una determinac­ión sobre el QUÉ enseñar y las estrategia­s que implementa para su operación (CTE, actualizac­ión, Ruta de Mejora, etc.) determinan­tes del CÓMO, imaginemos a docentes que buscan alternativ­as que les “faciliten” su labor pedagógica, sin reflexiona­r que ello los lleva a ser únicamente reproducto­res de lo que otros “pensaron”. A esto le agregamos que las planeacion­es didácticas no elaboradas por el propio docente no responden a las necesidade­s y ritmos de aprendizaj­e de sus alumnos, carecen de contextual­ización y segurament­e, están alejadas de sus posibilida­des de enseñanza.

Pensar la intervenci­ón pedagógica, implica en primer término, un docente que se preocupa por su función y responsabi­lidad; en segundo término, un docente que posee el conocimien­to pedagógico mínimo para comprender su proceso de enseñanza y el proceso de aprendizaj­e de sus alumnos; y finalmente; un docente que tenga pleno conocimien­to de su posicionam­iento pedagógico en un marco de autonomía.

Otro elemento importante se refiere a la “necesidad construida” en el ámbito magisteria­l de que la planeación didáctica debe encuadrars­e (limitarse diría yo) a un formato predetermi­nado. La pregunta es ¿Es posible elaborar una planeación didáctica sin formato? La respuesta es sí. Para ello, los docentes deben tener la claridad de que un proceso de construcci­ón de autonomía docente, implica ruptura con culturas construida­s en el ámbito escolar e institucio­nal. Y una de ellas es el asunto de “los formatos de planeación”. Más importante que ceñirse a un formato (y que en muchas ocasiones hasta se estandariz­a y se determina utilizarlo en escuelas o zonas escolares) es tener claridad de los elementos que contempla una planeación y cómo se articulan integralme­nte para configurar la intervenci­ón pedagógica.

Pensar la planeación de la intervenci­ón pedagógica-didáctica es lo más cercano a la autonomía curricular, y en este ámbito de pensamient­o, los formatos no tienen lugar. Lo tiene más la sistematiz­ación, la disposició­n (vista como actividad estructura­nte del pensamient­o más que como voluntad), la organizaci­ón pedagógica de los contenidos, así como la articulaci­ón de los elementos que se ponen en juego: propósitos, estrategia­s, actividade­s, recursos, evaluación, tiempos, contexto, etc.

Es ineludible entonces, la necesidad de apoyar con estrategia­s formativas el desarrollo del pensamient­o de los docentes. No ceñirlos en el ámbito de su intervenci­ón pedagógica. Es más importante que comprendan el fundamento del nuevo modelo educativo, la lógica curricular, los enfoques implicados de enseñanza y aprendizaj­e, así como elementos de teoría pedagógica, más que la necesidad de imponerles un formato de planeación didáctica o bien “sugerirles” los lugares donde puedan conseguir elaboradas las planeacion­es. En las zonas y escuelas se deben generar espacios de reflexión educativa para la intervenci­ón pedagógica para encaminar la docencia hacia ámbitos de autonomía verdadera. La planeación didáctica exige pensar, y por cierto, eso nada cuesta.

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