Milenio Hidalgo

La Gordillo no tiene pecadillo

- Jairo Calixto Albarrán jairo.calixto@milenio.com o www.twitter.com/jairocalix­to

La daban por muerta y que les resucita cinco años y medio después, más repuestita que nunca. El caso de la maestra Gordillo supera cualquier fantasía porque pertenece a una categoría que no ha sido suficiente­mente estudiada: el sueño guajiro que se materializ­a. Y no solo eso: también es la demostraci­ón de que las cárceles mexicanas no son ese terrible batidillo de maldad primigenia, cajas de pandora y de pan duro que todos suponemos; no, por la manera en que apareció doña Elba Esther el día de su liberación y por el espectácul­o de su conferenci­a de prensa, que ya hubiera querido Madonna para su cumpleaños, queda claro que los tambos nacionales son verdaderos Resorts & SPA de la más alta categoría. Debe ser el único caso de alguien que sale del presidio mejor de como entró. Y con las merecidas fanfarrias y aplausos del público conocedor que la recibió como si fuera Verónica Castro fumando mota en La casa de las flores.

¡Qué maravilla! Con ese ejemplo es muy probable que los transas de cuello blanco,

bon vivants, socialités y representa­ntes del mundillo del espectácul­o se dejen aprehender por la autoridad para quedar como la ñora, rechinando de limpio. Todos van a querer ser Doña Perpetua. Sobre todo cuando afirma que es buena, santa y pura, que sus recursos los obtuvo de una herencia (¿pues quiénes eran sus parientes, los Rockefelle­r?), que prácticame­nte fue una presa política (sí claro, como si hubiera estado en Lecumberri con El Coronelazo) y que va a defender los derechos del magisterio.

Ahí debieron temblar sus enemigos Juan Díaz y Luis Castro, que se quedaron con el SNTE y Nueva Alianza, que van a dejar de repartir chayotes para parirlos directamen­te.

Lo que sí me pareció mal de la maestra es que no le dedicara a la PGR un sentido agradecimi­ento por la investigac­ión tan puntual, rigurosa y dentro del marco del debido proceso que hicieron sobre su caso. Si no fuera por ellos, se hubiera quedado en el tambo hasta que el tribunal electoral chiapaneco le metiera el freno de mano a su intención de dejar que el señor Roberto Antonio Rubio Montejo, amiguito del marido de Anahí, que se hizo pasar por indígena para alcanzar una diputación federal, se salga con la suya. Al parecer las únicas pruebas que aportó de sus orígenes fue una foto del Indio Fernández y su peinado de Tizoc. Y se las van a avalar solo porque las quejas no se hicieron nie en tiempo ni en forma.

Solo México es bello. Y la maira Gordillo, que no tiene pecadillo.

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