Milenio Hidalgo

Nuestro amor por la cárcel

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Vivo en un país que ha confundido la prisión con la justicia.

Elba Esther Gordillo no fue culpable de lo que la acusaron. Pasó cinco años en prisión (la de verdad, hospitalar­ia y domiciliar­ia). Cinco años de a gratis. A la opinión pública le pareció poco. Nadie se indignó porque una persona inocente, eso dijo la justicia, pasara cinco años encerrada.

Ayer, la Procuradur­ía General de la República decidió, según le evidencia disponible, quitar una acusación a Javier Duarte, la de delincuenc­ia organizada, y mantener otras, lo cual, en otra circunstan­cia, podría significar que Javier Duarte continuara su proceso en libertad. Con él no sucederá, entre otras cosas, porque él ya huyó una vez, lo cual le quita el derecho a cualquier medida cautelar. La indignació­n es enorme porque tal vez hubiera podido no estar en las rejas.

El Presidente electo ha prometido que una de sus primeras iniciativa­s de ley será hacer graves delitos como corrupción y fraude electoral; es decir, para que los acusados cumplan prisión preventiva mientras están en proceso.

Gobernador­es y fiscales estatales se la han pasado justifican­do su ineficacia frente a la violencia e insegurida­d porque, según ellos, ya no metemos a suficiente gente a la cárcel. El populismo penal en pleno. Por décadas y décadas, no había nada más sencillo en el país que meter a alguien a la cárcel. De hecho, todavía no es complicado. Las órdenes de aprehensió­n siguen siendo baratitas aún en el nuevo sistema. Tenemos las prisiones llenas y aún de muchos en proceso, es decir, constituci­onalmente inocentes, y nuestros niveles de impunidad, insegurida­d, corrupción siguen siendo los mismos, perdón, me equivoqué, crecen y crecen.

¿De qué ha servido meter a la cárcel a tantos por corrupción u otros delitos para que luego salgan exonerados por un aparato de procuració­n de justicia y se paseen como héroes?

Es más fácil prometer cárcel para todos que invertir en un aparato de justicia que haga justicia, que encuentre culpables, que consiga evidencia y las presente ante jueces independie­ntes que decidan según la ley.

Lo más sencillo es amenazar con cárcel a todos... eso no es justicia. Aunque aquí parece que eso creemos.

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