Retos sobre seguridad con EU
El tráfico de drogas y de personas, así como la posibilidad de que la frontera sea utilizada por terroristas para ingresar a territorio estadunidense, sí son retos reales en la materia
Uno de los principales retos del próximo gobierno mexicano será contar con una estrategia que distinga claramente los tres campos de la seguridad: nacional, interior y pública.
La seguridad nacional radica en la preservación de la integridad del Estado. La seguridad interior consiste en las medidas para garantizar el orden y la tranquilidad del país. Y la seguridad pública tiene como objetivo proteger los derechos de las personas, su libertad, integridad y patrimonio mediante la prevención y el castigo de delitos.
Para lograr seguridad se requiere de la cooperación internacional, lo que, a su vez, conlleva el acuerdo de todas las entidades involucradas: Seguridad, Ejército, Marina, Relaciones Exteriores, Hacienda, Policía Federal, Procuraduría, Inteligencia, Aduana, Migración y Fiscal.
El cambio que propone el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, significa una reingeniería profunda del área de seguridad.
Representa un gran reto, no solo reorganizar el aparato de seguridad dentro de la Administración Pública Federal, que en algunos casos ha mostrado resistencia o negligencia, sino mantener, renovar o depurar sus cuadros.
En este proceso, y en particular al inicio de la administración, será fundamental que no se bloqueen los canales de comunicación en materia de seguridad ya establecidos con otros países, en especial con Estados Unidos, así como crear una relación de confianza mutua para profundizar la cooperación, como lo escribí en mi anterior columna.
Debemos reconocer que Estados Unidos está abierto y dispuesto a revisar casi todos los temas, excepto los de seguridad, asunto fundamental, en particular a raíz de los ataques del 9/11.
Si bien México no representa una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos (pese a que fue el absurdo argumento empleado para imponer aranceles a las exportaciones mexicanas y canadienses de acero y aluminio), lo cierto es que el tráfico de drogas y de personas y la posibilidad de que la frontera sea utilizada por terroristas para ingresar a territorio americano sí son retos reales de seguridad, los dos primeros de seguridad pública y el último de seguridad nacional.
Existen varias áreas de colaboración. La primera de ellas está en la frontera norte. El objetivo común es trabajar para que la frontera común sea segura, pero al mismo tiempo que sea fácil de cruzar para la migración y el comercio legítimos. Andrew Selee, en su libro Vanishing Frontiers, cita a Alan Bersin, ex comisionado de Protección de Fronteras y Aduanas, quien propone que ambos gobiernos administren la frontera usando estrategias de manejo de riesgo y compartiendo información.
La clave, agrega, está en enfocarse en el flujo transfronterizo no en la frontera en sí misma. Los flujos pueden ser inspeccionados y ordenados en diversas formas para que haya seguridad en ambos países. Se trata de hacer de la frontera no una barrera (como el muro de Trump), sino una puerta para permitir el movimiento legal de personas y de bienes, necesarios para impulsar la economía.
Otro tema de la seguridad fronteriza es el de los nacionales de terceros países. Hasta ahora la cooperación ha sido muy positiva, como lo demuestra que ningún extremista ha cruzado la frontera desde México y atentado en suelo estadunidense.
Un aspecto central vinculado con la seguridad fronteriza en el norte son las labores de control migratorio que realiza el Instituto Nacional de Migración en la frontera sur de México, las cuales deben reforzarse no solo para complacer al
vecino, sino para mejorar nuestra propia seguridad, siempre bajo el respeto a los derechos humanos.
La frontera con Guatemala y Belice es pieza central en cualquier esquema de seguridad para México y el subcontinente. Centroamérica es la ruta continental de tráfico de cocaína proveniente de Sudamérica. Y la debilidad institucional para combatir al crimen organizado propició que Los Zetas la convirtiera en una base de operaciones, generando mayor presencia criminal proveniente de México y de El Salvador, por parte de los maras.
Según especialistas, las principales amenazas internas a la seguridad fronteriza en el sur de México son la incapacidad, la falta de coordinación y la corrupción de algunas autoridades mexicanas.
La frontera sur, colindante con Guatemala y Belice, está prácticamente desprotegida. Solo hay 12 controles migratorios. Se calcula extraoficialmente que 250 mil personas se internan cada año por cruces informales, sobre todo provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador.
Un problema más reciente, es la epidemia de opiáceos en Estados Unidos. México se ha convertido en el principal proveedor de heroína a EU, así como de fentanilo, que si bien éste no se produce mucho en México, la mayor parte procede de China.
La despenalización del consumo de mariguana para uso personal, así como el de la producción legal de amapola para la industria farmacéutica, que ya está impulsando el estado de Guerrero en el Senado, será uno de los temas centrales a discutir en esta evaluación conjunta con Estados Unidos. En todo caso, la producción legal deberá contar con el aval de la ONU, como ya ocurrió con Turquía y España.