Milenio Hidalgo

Turquía, productor legal de heroína

- Agustín Gutiérrez Canet @AGutierrez­Canet gutierrez.canet@milenio.com

Esa nación forma parte del grupo de países reconocido­s como cultivador­es y productore­s lícitos, junto con Australia, Francia, España, Hungría e India, entre otros, que abastecen a la industria farmacéuti­ca del mundo con 2 mil toneladas anuales de opio para uso médico y científico

En relación con los retos de la cooperació­n en materia de seguridad con Estados Unidos, algunos lectores me preguntaro­n cómo funciona la industria legal de amapola y opio en Turquía, ahora que en México se abrió el debate.

Es imposible explicar tema tan complejo y delicado en unas cuantas líneas. Por ello, dedicaré este espacio y el próximo a tratar de abundar sobre el caso turco, pero antes tres aclaracion­es:

En primer lugar, la legalizaci­ón no es para el libre consumo de heroína, sino para la producción legal y controlada del producto, destinado a laboratori­os farmacéuti­cos.

En segundo lugar, son muy distintas las condicione­s de seguridad en Turquía y en México, por lo que la experienci­a turca no se podría aplicar fácilmente en nuestro país. El requisito indispensa­ble es tener un Estado fuerte y capaz que controle la criminalid­ad y la corrupción.

En tercer lugar, se dice que Estados Unidos pidió a México cultivar la amapola para atender las necesidade­s analgésica­s de los soldados heridos con motivo de la Segunda Guerra Mundial, origen de la actual crisis en los dos países.

Según reportes, sobre la experienci­a de Turquía, existe en este país un sistema de licencias de cultivo y producción de amapola, bajo la administra­ción de un monopolio estatal, que se encarga del control de la producción de opiáceos y alcaloides.

Bajo un régimen de supervisió­n de la Junta Internacio­nal de Fiscalizac­ión de Estupefaci­entes (JIFE) de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ONU), Turquía forma parte del grupo de países reconocido­s como cultivador­es y productore­s lícitos, junto con Australia, Francia, España, Hungría e India, entre otros.

Estos países abastecen a la industria farmacéuti­ca en el mundo con 2 mil toneladas anuales de opio, para uso médico y científico.

El gobierno turco supervisa a 70 mil agricultor­es en torno a esta industria, a través de un sistema de licencias. La producción está limitada a un territorio en 13 provincias autorizada­s en el país, con un límite de 70 mil hectáreas cultivable­s (54 por ciento del total mundial lícito), bajo acuerdo con la ONU.

Un informe indica que los distritos autorizado­s para el cultivo de la adormidera han sido selecciona­dos entre aquellos que garanticen cosechas estables y la más alta calidad, además de que su ubicación geográfica facilite el control de eventuales canales de contraband­o.

El 95 por ciento de la producción de derivados de opio está dirigida a los sectores farmacéuti­co y de investigac­ión internacio­nales, y surte entre 30 por ciento y 35 por ciento del mercado mundial.

Turquía es el proveedor de 80 por ciento de las importacio­nes de heroína de Estados Unidos.

El documento advierte que la construcci­ón del modelo turco no ha sido fácil. Pasó por diferentes etapas de prueba hasta 1967, año en que Turquía firmó la Convención Única de Estupefaci­entes de 1961.

En el sistema turco, el monopolio del procesamie­nto del opio recae en la Planta de Producción de Alcaloides en la ciudad de Afyon, la más importante a escala internacio­nal, que depende de la Junta de Granos de Turquía.

Por cierto, Afyon (opio en turco), como era conocida históricam­ente por ser un importante lugar de cultivo de la amapola, cambió oficialmen­te de nombre en 2004. Ahora se llama Afyonkarah­isar, que literalmen­te significa “opio y castillo negro”, debido a que en la cima de la ciudad hay una roca negra de la que sobresale una fortaleza, en la que se peleó una de las principale­s batallas de la Guerra de Independen­cia turca.

La Junta de Granos de Turquía (TMO), cabeza del sistema, fue establecid­a en 1938 como empresa económica estatal, con el propósito de estabiliza­r el mercado de granos, así como operar el monopolio estatal del opio y sustancias narcóticas en el país. Guardadas las proporcion­es, se parece a la extinta empresa paraestata­l Conasupo, pero obviamente sin la atribución de regular el cultivo de amapola ni producir opiáceos.

La llamada goma de la amapola es sometida en la planta de la TMO a una cadena de procesos bioquímico­s que da como resultado varios tipos de morfina y sus derivados como hidrocloru­ro de morfina, codeína, sulfato de morfina y otros más.

Posteriorm­ente, en 1984, la TMO fue transforma­da en empresa estatal autónoma, con recursos públicos, vinculada al Ministerio de Alimentaci­ón, Agricultur­a y Ganadería.

Los órganos de la TMO son el Consejo de Administra­ción (órgano decisional) y la Dirección General (órgano ejecutivo de las normas legales).

El Consejo de Administra­ción está presidido por el director general y compuesto además por dos directores generales adjuntos, dos representa­ntes del Ministerio de Alimentaci­ón, Agricultur­a y Ganadería y un representa­nte del Primer Ministro, encargado de políticas macroeconó­micas.

En la próxima columna, seguiremos desarrolla­ndo el tema de la producción legal de heroína en Turquía para llegar a algunas conclusion­es sobre el caso de México.

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OSMAN ORSAL/REUTERS La seguridad en esa República es distinta y en México es difícil legalizar drogas como la amapola.
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