Milenio Hidalgo

Políticos sobre ruedas

- Héctor Zamarrón hector.zamarron@milenio.como@hzamarron

Que el coordinado­r de Morena, Ricardo Monreal, llegue en bicicleta a la Cámara de Senadores despierta la atención de la prensa y su imagen termina en los noticiario­s nocturnos de televisión y en los periódicos. Algunos le censuran que no use casco o que llegue sobre la banqueta.

Cuestionan si es una ocurrencia parte de las medidas de austeridad o si acaso va a usarla de vuelta a casa o si termina por ser solo una pose para la foto.

Lo extraordin­ario debiera ser común. Acostumbra­dos a la política de oropel donde los senadores usan suburbans o suvs de ocho cilindros, seguidos de asistentes, secretario­s y comparsas, que un político desafíe la convención puede resultar incomprens­ible.

Claro que no es el primer senador en hacerlo. En la pasada legislatur­a Jesús Casillas, presidente de la Comisión de Movilidad del Senado, solía llegar a las sesiones en su bicicleta; en su caso es una convicción arraigada, tanto que convenció a otros de hacerlo en el día de la bici, cuando lo acompañaro­n Mariana Gómez del Campo, Emilio Gamboa, Carlos Puente y Emilio Barbosa, entre otros.

En esta legislatur­a hay más senadores aparte de Monreal que les gusta la bici, ahí están Xóchitl Gálvez y Verónica Delgadillo, muy comprometi­das ambas con el tema, Miguel Mancera que impulso algunas políticas pro bici en CdMx, Eruviel Ávila, el propio Martí Batres.

¿Se suben sin estar convencido­s, solo para la foto? No lo sé, en algunos puede ser, en otros quizá de verdad apuesten por un cambio en la movilidad. Sin embargo, refleja que el tema de la movilidad en la esfera pública cobra importanci­a y por eso algunos se disfrazan de ciclistas urbanos.

Como quiera, toca aprovechar que el tema les interesa para obligarlos a que respalden políticas públicas de movilidad, que entiendan la nueva agenda urbana, los objetivos del desarrollo sostenible, los compromiso­s que México tiene para evitar la epidemia de obesidad que padecemos.

Si se ponen el casco o no es lo de menos. Hasta ahora su uso es opcional y si bien es recomendab­le, tampoco se le impone a nadie. A mí, antenoche me tocó caerme de la bici y recibir un golpe en la cabeza, sin casco. No muy grave por fortuna, pero lo suficiente como para valorar mi suerte.

Dejemos a los políticos fotografia­rse en bicicleta y promovamos el uso del casco. Con eso tenemos por ahora.

¿Se suben convencido­s o solo para la foto?, tal vez apuestan cambio en movilidad

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