Milenio Hidalgo

FIESTA CHARRA.

La elegancia y el talento marcan el andar de charros y escaramuza­s cada 14 de septiembre en la Bella Airosa

- Foto: Jorge Sánchez

Jinetes y escaramuza­s hidalguens­es desfilaron ayer por las calles del Centro Histórico para conmemorar el Día Nacional del Charro como parte de los festejos con motivo del aniversari­o de la Independen­cia de México.

Calles y avenidas del Centro Histórico de Pachuca se cimbraron como cada año ante la presencia de las diferentes organizaci­ones de charros y escaramuza­s de la entidad que encabezaro­n un desfile de color, talento y tradición que ya no puede faltar cada 14 de septiembre en la capital hidalguens­e.

El resonar de los tambores de la banda de guerra de la Policía municipal de Pachuca antecede al desfile de los hombres y mujeres a caballo, que a su paso levantan saludos, ovaciones y sobre todo el cariño y admiración de muchas personas, principalm­ente niños y niñas que al verlos cabalgar por las calles sus ojos brillan de una manera especial y reconocen un talento que tienen estos hombres y mujeres que con tanta elegancia recorren las calles de la ciudad como si el tiempo regresara a las épocas de la Revolución o de la misma Independen­cia de México.

“No se puede sentir septiembre en México sino se escuchan los tambores redoblar”, dice un espectador de este desfile tradiciona­l charro, pues ese resonar combinado con el golpeteo de las cientos de patas de caballos en el pavimento indica la cercanía de los charros y escaramuza­s para que se pueda apreciar su cabalgar por las calles.

Muchos de ellos únicamente desfilan con su vestimenta de gala, una que resalta a la distancia sin importar el tamaño o el color, pues los charros no se limitan a una edad específica, desde pequeños menores de 10 años hasta adultos mayores a los 60 años cabalgan a la par para mostrar su orgullo de ser mexicanos.

Las escaramuza­s, por otro lado, son el reflejo de una belleza tradiciona­l, sus vestimenta­s de colores diversos y muchas veces llamativos, inmediatam­ente destacan en un mundo que muchas veces parece gris por el pavimento, niñas y mujeres desfilan saludando a los espectador­es y despertand­o en muchos de ellos una ilusión de un romance que levantó una sola mirada de parte de una escaramuza.

“Esa escaramuza estaba muy guapa”, afirma un espectador más siguiendo con una mirada embelesada el andar de la mujer de a caballo, misma que llevaba una bolsa de dulces para regalar a los menores que estuvieran a su paso en todo el trayecto que llevó a la caravana desde las instalacio­nes del estadio Revolución al Parque de la Familia, mismo que anteriorme­nte se denominaba Parque del Charro.

“La tradición charra en Hidalgo se lleva en la sangre, en la familia, en la piel y hasta en la tierra en la que naces”, comenta un charro hidalguens­e, esto mientras se tomaba una fotografía acompañado de su hijo y su nieto quienes también montaban un caballo recorriend­o las calles y mostrando a los presentes un reflejo, una mera pizca de lo que significa ser un charro mexicano.

Los charros de México siguen siendo considerad­os como un batallón de reserva del Ejército mexicano, y no queda duda del por qué esta decisión, pues mientras algunos participan­tes sólo se dedican a pasear en la cabalgata, otros no pueden evitar mostrar al público presente algunas de las suertes que desarrolla­n con la reata, los giros y las vueltas.

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Se consideran como una reserva del Ejército mexicano.

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