FIESTA CHARRA.
La elegancia y el talento marcan el andar de charros y escaramuzas cada 14 de septiembre en la Bella Airosa
Jinetes y escaramuzas hidalguenses desfilaron ayer por las calles del Centro Histórico para conmemorar el Día Nacional del Charro como parte de los festejos con motivo del aniversario de la Independencia de México.
Calles y avenidas del Centro Histórico de Pachuca se cimbraron como cada año ante la presencia de las diferentes organizaciones de charros y escaramuzas de la entidad que encabezaron un desfile de color, talento y tradición que ya no puede faltar cada 14 de septiembre en la capital hidalguense.
El resonar de los tambores de la banda de guerra de la Policía municipal de Pachuca antecede al desfile de los hombres y mujeres a caballo, que a su paso levantan saludos, ovaciones y sobre todo el cariño y admiración de muchas personas, principalmente niños y niñas que al verlos cabalgar por las calles sus ojos brillan de una manera especial y reconocen un talento que tienen estos hombres y mujeres que con tanta elegancia recorren las calles de la ciudad como si el tiempo regresara a las épocas de la Revolución o de la misma Independencia de México.
“No se puede sentir septiembre en México sino se escuchan los tambores redoblar”, dice un espectador de este desfile tradicional charro, pues ese resonar combinado con el golpeteo de las cientos de patas de caballos en el pavimento indica la cercanía de los charros y escaramuzas para que se pueda apreciar su cabalgar por las calles.
Muchos de ellos únicamente desfilan con su vestimenta de gala, una que resalta a la distancia sin importar el tamaño o el color, pues los charros no se limitan a una edad específica, desde pequeños menores de 10 años hasta adultos mayores a los 60 años cabalgan a la par para mostrar su orgullo de ser mexicanos.
Las escaramuzas, por otro lado, son el reflejo de una belleza tradicional, sus vestimentas de colores diversos y muchas veces llamativos, inmediatamente destacan en un mundo que muchas veces parece gris por el pavimento, niñas y mujeres desfilan saludando a los espectadores y despertando en muchos de ellos una ilusión de un romance que levantó una sola mirada de parte de una escaramuza.
“Esa escaramuza estaba muy guapa”, afirma un espectador más siguiendo con una mirada embelesada el andar de la mujer de a caballo, misma que llevaba una bolsa de dulces para regalar a los menores que estuvieran a su paso en todo el trayecto que llevó a la caravana desde las instalaciones del estadio Revolución al Parque de la Familia, mismo que anteriormente se denominaba Parque del Charro.
“La tradición charra en Hidalgo se lleva en la sangre, en la familia, en la piel y hasta en la tierra en la que naces”, comenta un charro hidalguense, esto mientras se tomaba una fotografía acompañado de su hijo y su nieto quienes también montaban un caballo recorriendo las calles y mostrando a los presentes un reflejo, una mera pizca de lo que significa ser un charro mexicano.
Los charros de México siguen siendo considerados como un batallón de reserva del Ejército mexicano, y no queda duda del por qué esta decisión, pues mientras algunos participantes sólo se dedican a pasear en la cabalgata, otros no pueden evitar mostrar al público presente algunas de las suertes que desarrollan con la reata, los giros y las vueltas.