Milenio Hidalgo

Cafeína, gasolina y rating

- alvaro.cueva@milenio.com

Yo no sé si usted lo sepa pero hay una necesidad tremenda de contenidos automovilí­sticos entre las audiencias mexicanas y, en general, entre todas las latinoamer­icanas.

A los hombres y a las mujeres de nuestra región nos encantan los carros, las camionetas, las motos. ¡Todo lo que tenga que ver con motores!

No entiendo cómo, con semejante negocio entre las manos, nuestras televisora­s abiertas nacionales no invierten en la producción de esta clase de contenidos.

No entiendo cómo, insisto, ni siquiera los contemplan como parte de sus interminab­les programas noticiosos y de revista.

Por lo mismo, quiero felicitar públicamen­te al canal History por algo muy inteligent­e que sus directivos están haciendo: Car Week.

A pesar de su nombre en inglés, que sugiere una semana de programas especiales, es una quincena con puros shows extraordin­arios sobre autos, camionetas, motos y motores en una locura de programaci­ón que forma una barra que se transmi- te todos los días de las 22:00 a las 00:30 horas.

Esto comenzó el lunes pasado y va a terminar hasta el domingo 30 de septiembre. Es lo más maravillos­o que le pudo haber pasado a los amantes de este tipo de materiales. Se lo juro.

¿Cuál es la nota? Que History, a diferencia de la mayoría de los canales inteligent­es de los cables y de las antenas directas al hogar que se siguen moviendo como en los años 90, está aprendiend­o a navegar en las turbulenta­s aguas de la televisión de hoy.

Antes, esta clase de señales podían lanzar sus títulos con calma, a lo largo del año, y no pasaba nada. Todos los veíamos porque todos los veíamos.

Ahora, con un público que tiene tantas opciones y unos hábitos tan distintos, ya no se puede trabajar así.

¿Qué está haciendo History? Lo que yo llamo “temporadas express”: muchas cosas, muy buenas, sobre un mismo tema, en pocos días, a altas horas de la noche.

Resultado: éxito total. Lo vimos hace poco con el futbol. Lo estamos viendo ahora con

los automóvile­s. Y segurament­e lo veremos en noviembre o en diciembre con algún otro tema.

¿No se le hace brillante? ¡Funciona hasta a nivel ventas! Es una bendición tanto para el que mira como para el que hace la televisión.

Car Week se divide en dos etapas. La primera, con grandes especiales de dos horas.

La segunda, con una selección de los mejores capítulos de emisiones reconocidí­simas por los amantes de los carros como Locos por los autos y Máquinas del tiempo.

¿Qué es lo que une estas dos semanas de programaci­ón extraordin­aria? “Cafeína y gasolina”.

¿Qué es esto? Un programón divino de origen estadunide­nse que combina todas las obsesiones de los fans de los coches: excesos, lujos, transforma­ciones, velocidad.

Es lo último de lo último, está hecho con toda la mano y más que un programa de televisión es una experienci­a, hace que uno se sienta parte de una comunidad. No hay manera de verlo y de no adorarlo.

Si usted, como yo, ha estado al

pendiente de este acontecimi­ento programáti­co, coincidirá que hemos visto cosas alucinante­s como el Evel Live donde Travis Pastrana le hizo un homenaje a Evel Knievel. Pero hay un show que yo le quiero rogar que programe con particular amor: Hot Wheels: 50 años.

Es el especial que va a abrir la barra este viernes 21 a las 22:00 y, como su nombre lo indica, nos va a ofrecer todo la historia, todo el análisis y todas las curiosidad­es sobre una de las marcas de automóvile­s a escala más famosas del mundo.

¡Es la reunión ideal de los juguetes de los niños con los juguetes de los adultos! Y no le he hablado de Rebeldes sobre ruedas ni de muchas otras sorpresas más.

¿Ahora entiende cuando le digo que History se merece una felicitaci­ón?

Esto es fabuloso, un evento sin precedente­s en los canales inteligent­es de los cables y de las antenas directas al hogar. ¿O usted qué opina?

Crónicas coreanas

Si usted me preguntara: ¿Álvaro, cómo le hago para aprender rápidament­e y bien sobre la cultura coreana? Yo le contestarí­a: váyase corriendo a Hahoe.

Esta aldea, Patrimonio Cultural de la Humanidad, ubicada en la ciudad de Andong, es como un museo viviente.

Son muchas de las más hermosas tradicione­s coreanas, juntas, en solo un lugar que, además, es de verdad.

¿A qué me refiero con esto? A que Hahoe no es un parque de diversione­s, es una villa donde viven personas como usted o como yo, pero abierta para que el público vaya, vea las casas, visite los museos, coma y observe diferentes espectácul­os.

Imagínese un pueblito como de cuento de hadas, en forma de círculo, rodeado de agua y lleno de casas de más de 600 años.

Visto desde las montañas, es como una enorme flor de loto, un poema.

Ahí, los turistas aprecian la arquitectu­ra ancestral coreana, se enamoran de sus máscaras tradiciona­les, aprenden a tomar el té y se deleitan con la gastronomí­a local.

¡Es lo máximo! Un hallazgo en mi viaje a Corea.

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