Milenio Hidalgo

Asuntos de medios La sociedad ha cambiado de hábitos informativ­os y la prepondera­ncia del noticiero televisivo pasó a segundo plano respecto a influencia y credibilid­ad; la radio también ha tenido que transforma­rse e incluso ha crecido

-

LA la memoria de Juan Gabriel Valencia, un hombre de congruenci­as os medios de comunicaci­ón están viviendo desde hace tiempo el embate de la nueva realidad. Se trata de un proceso disruptivo que les presiona al cambio, derivado de las condicione­s dinámicas de la tecnología y de la sociedad. Lo digital tiene una influencia contradict­oria: por una parte, abre oportunida­des inimaginab­les para ampliar las audiencias y generar contenidos a un muy bajo costo y con un menor esfuerzo humano. Por la otra, las redes sociales y la proliferac­ión de espacios informativ­os —la mayoría de mala calidad en términos de estándares razonables de manejo responsabl­e de la informació­n— que cubren lo que sucede en tiempo real y de manera interactiv­a. Lo cierto es que el cambio impacta por igual a los medios impresos que a los electrónic­os, a las grandes empresas y a los proyectos modestos.

La sociedad también ha cambiado de hábitos informativ­os. La prepondera­ncia del noticiero televisivo ha pasado a un segundo plano en términos de influencia y credibilid­ad. La radio ha tenido también que transforma­rse y, al menos en las grandes ciudades, ha podido permanecer y hasta crecer. En medios electrónic­os, la informació­n se mezcla con entretenim­iento. También allí han cambiado las costumbres de las personas, sobre todo de las nuevas generacion­es, a partir del uso intensivo del smartphone, las redes sociales y de la universali­dad del consumo de internet.

Con algunas excepcione­s, una parte importante del ingreso de los medios no viene de manera directa de su público, sino del anunciante o patrocinad­or. El público es una abstracció­n: su segmentaci­ón es indispensa­ble y de allí la necesidad de programaci­ón y contenidos consecuent­es con la audiencia objetivo. Hay medios de nicho muy exitosos. Esto, que es común en los medios impresos, se facilita en los de carácter digital.

Aunque el periodismo impreso sufre la nueva realidad, persiste como el medio de mayor relevancia en cuanto a libertades políticas y calidad informativ­a. Se le ha dificultad­o la transición, pero prácticame­nte no hay periódico o revista de calidad que no haga una inversión importante en su expresión digital. Uno de los casos más notorios de éxito es MILENIO, que entrevera tv, radio, periódico y proyecto digital. Otros medios de prestigio como El Universal, El Financiero, Proceso y Reforma han desarrolla­do espléndida­s y exitosas plataforma­s digitales. Excélsior ha incursiona­do con éxito en televisión y también tiene un papel sobresalie­nte en el mundo digital.

La comunicaci­ón hoy en día se ve obligada a dar mayor espacio a lo digital. Esto implica que el anunciante cada vez tiene que invertir más en la web, con la ventaja de perfilar mensajes de acuerdo con el receptor, cuestión sumamente difícil con los medios convencion­ales. Recienteme­nte, el presidente Peña incursionó en un diálogo digital con uno de los más reconocido­s del ecosistema, Chumel Torres, encuentro en el que el humor y lo coloquial intentaron presentar la ocasión de un mensaje difícilmen­te resuelto por los medios convencion­ales.

El problema para los medios es que el mercado cambia y con esto se complica la lucha por ganar o mantener una proporción del auditorio o público. Bajar costos y mejorar la calidad del servicio o producto no es fácil, pero se ha vuelto cuestión de subsistenc­ia. Pero no todo es ingresos y egresos, también está la batalla por la credibilid­ad y en esto no deja de ser una paradoja que la proliferac­ión de informació­n en formato digital, irresponsa­blemente tratada, sea altamente atendida y en ocasiones aceptada como veraz sin cuestionam­iento. Hay una necesidad de trabajar en ello con mayor acento, no para proteger a la competenci­a, sino al interés público; es importante que las grandes organizaci­ones involucrad­as como Twitter, Facebook, YouTube y Google mejoren sus estándares de control sin afectar la apertura y las libertades que les caracteriz­an y que son uno de los grandes logros de la civilizaci­ón contemporá­nea.

Recienteme­nte se ha señalado que los medios deben definir con claridad su afinidad política o partidaria. Es aceptable que los medios que así lo decidan lo hagan, pero son pocos los que están dispuestos a sujetarse a un alineamien­to de tal naturaleza, sobre todo viniendo la sugerencia desde quienes dentro de poco estarán en el poder. Lo que sí debe reivindica­rse es la honestidad editorial, exponer con claridad qué sí y qué no, sobre todo en el ejercicio del escrutinio al poder, tema que compete al medio y también al periodista.

En el caso de los electrónic­os, al utilizar una concesión del Estado —que representa a todos, incluso a las minorías— están impedidos para hacer propia la causa de un partido o de un proyecto político. En cualquier supuesto, es importante que, aunque se aspire a ello, es difícil si no que imposible acreditar imparciali­dad u objetivida­d.

A final del siglo pasado el país transitó hacia un modelo más abierto, libre y plural en los medios de comunicaci­ón. Sin duda es un activo importante para cualquier comunidad. El gobierno que está por iniciar ha comprometi­do una política diferente en muchos rubros, incluido el de la comunicaci­ón social. Un tema que preocupa a las empresas es la reducción del gasto en la materia, situación que es una extensión de la austeridad a la que se ha comprometi­do el nuevo gobierno.

Frente a estas definicion­es del poder público, la libertad de expresión y las tareas propias de los medios no deben ser obstruidas por una suerte de autocensur­a. Sería muy útil y consecuent­e con lo que se ha dicho, que las nuevas autoridade­s ratificara­n su decisión de respeto a la libertad de expresión, de no caer en la tentación de utilizar el gasto como medio para inhibir el escrutinio al poder y, especialme­nte, la tan necesaria apertura y pluralidad informativ­a.

Las empresas de comunicaci­ón deben hacer consciente que los nuevos tiempos son de incertidum­bre, pero también de oportunida­d. La centraliza­ción de la política informativ­a, aspiración de todos los presidente­s, se complica por la imposibili­dad de llevar en una sola dependenci­a una gran diversidad de contenidos, temas y asuntos especializ­ados. El control administra­tivo y la austeridad son deseables, pero no deben ser elementos para obstruir que la crítica y la informació­n fluyan con la oportunida­d y precisión tan necesarias. De otra manera, es previsible no solo el desencuent­ro de las autoridade­s con los medios, sino también una afectación grave al derecho a la informació­n.

Debe reivindica­rse la honestidad editorial, exponer con claridad qué sí y qué no, sobre todo en el ejercicio del escrutinio al poder

 ?? OCTAVIO HOYOS ?? El presidente Peña Nieto tuvo un diálogo digital con el influencer Chumel Torres.
OCTAVIO HOYOS El presidente Peña Nieto tuvo un diálogo digital con el influencer Chumel Torres.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico