Oigan, indignados, tenemos una misión
Tenemos un poco extraviadas nuestras preocupaciones respecto a lo que es cultura y sociedad cuando estamos más preocupados porque Netflix sacó un reality show de mirreyes que por el hecho de que después de tantos y tantos años de ser el recinto que fue, cerrara el pasado fin de semana el foro Shakespeare. Digo, por ejemplo. Coincido con Álvaro Cueva que
Made in México es un experimento y es tantear el terreno del mercado, pero cálmense todos los que ya están gritando que quieren cancelar su suscripción o boicotear Netflix.
Esa misma empresa a punto de sacar la película más bella y dolorosa, profunda y emotiva en lo que probablemente es una narrativa creada como carta de amor para las cosas más entrañables y a veces dejadas de lado en nuestro México. No puedo decir mucho más, supongo que es porque están esperando para el Festival de Cine de Morelia para que el mundo entero hable de la nueva producción de Alfonso Cuarón. ¿Pero qué les digo? Me comentan que para que exista Dios, también debe estar por ahí el diablo, ¿no?
La verdad son tiempos muy confusos respecto a lo que es nuestra identidad cultural, pero estoy completamente segura de que nadie, nadie, nadie va a ver
Made in Mexico y va a pensar que somos un país de Kardashians extraviados.
Es verdad que el Foro Shakespeare es un caso muy diferente al de todos los teatros pequeños que se extinguen en silencio en el país, por falta de público en muchos casos. Aquí hubo una batalla por la propiedad. Ganó el dueño y perdimos todos lo demás. Pero si solo se decidieran a asomarse a la cartelera, más allá de lo comercial, que hay, sobre todo en las grandes ciudades de nuestro país, se darían cuenta de que tenemos talentos tan apasionados que están absolutamente dispuestos por dejar de lado una cómoda existencia por poder hacer teatro.
¿Estamos tan preocupados por Made in Mexico? Pues mejor un domingo vamos al teatro que quedarnos en el circo de la indignación, simplemente por el desfile de oportunidades que la enorme mayoría de los mexicanos nunca tendremos y lo que se hacen con ellas.
No se necesita mucho dinero para encontrar gran teatro experimental, universitario, hasta subsidiado por las instancias gubernamentales. Cada día descubro eso más y más. Y no. No estoy siendo ingenua. Sé que la mayoría de la gente no va a optar por esa opción en lugar de la televisión. Pero lo pongo sobre la mesa, al menos para un domingo en la tarde, por ejemplo, para que no digamos que no hay. Hay y mucho, lo que pasa es que es más cómodo y aparentemente divertido apretar un botón y criticar (lo muy criticable) que apretar los botones de nuestra conciencia, ideas, emociones y sobre todo cultura.
¿Por qué digo esto que parece una obviedad en este momento en particular? Porque para como vemos acercarse el tsunami político, precisamente sobre los contenidos culturales de los que estamos hablando, siento una bolita de angustia que me sube y me baja en el pecho. Dependerá mucho más del público si las cosas siguen así. Sean ese público. Les juro que nunca se van a arrepentir.
¿En serio?
¿Donald Trump dijo en su discurso del nuevo tratado comercial que “le caía muy bien el presidente Peña Nieto” (cuyo nombre nunca logra acabar de pronunciar bien) y cerró la frase diciendo: “y no lo sé, pero creo que yo también le caigo muy bien”?