Milenio Hidalgo

Mis tres sesentayoc­hos

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

La efeméride no es noticia.

La frase de mi maestro me retumba en la cabeza cada 2 de octubre. Pero, en fin, acá andamos. Si algo puedo rescatar hoy es a mis tres 68. A Marcelino Perelló, como ya lo he contado, lo conocí en casa, en familia. El 68 llegó a mí en la forma de mi tío Marcelí, que se había ido de México con miedo y me tocó la suerte de estar en Barcelona el primer día que el régimen posfranqui­sta lo dejó entrar y maravillar­me, a mis 12 años, con aquella imponente figura. Y me tocó abrazarlo el día que pudo entrar a México y por muchos, muchos años disfrutar su brutal inteligenc­ia, su cabronería, su imperdonab­le irresponsa­bilidad y su inmejorabl­e buen humor.

A Eduardo Valle El Búho me toco conocerlo en la mesa de dominó de Proceso, donde llegaba muchas veces con una pistola que mostraba orgulloso, y años después en Washington, donde literalmen­te vivió un tiempo en mi casa cuando los capos de la droga que había delatado lo perseguían, o al menos así lo pensaba El Búho, y eso era suficiente. Generoso, estratega, irreductib­le, imparable.

A Luis González de Alba lo conocí después, casi por casualidad, y se volvió un ritual en cada una de mis visitas en Guadalajar­a verlo para comidas y charlas que me ayudaron a poner un rostro a lo que Héctor Aguilar Camín llamó la salvaje libertad. Reuniones en las que siempre salía madreado porque, sin duda, algo estaba haciendo mal. Gracias, Luis.

Los tres discutiero­n, se pelearon y a veces hasta se reconcilia­ron con la misma intensidad con la que vivieron.

Los tres pensaban injusto haber hecho del 2 de octubre emblema de un movimiento. “Vocación por el martirio”, decía Luis, “los reflectore­s enfocan a los represores y dejan a los estudiante­s y su palabra en la penumbra”, señaló Marcelino.

Y se empeñaron en rescatar otro 68. El que también fue, el que se correspond­ía con el espíritu del 68 en el mundo. Entre otras cosas: el de la rebeldía por la rebeldía misma, el de las discusione­s eternas y sabrosísim­as, el de la militancia a rajatabla, el del amor, el del desmadre, el de los jóvenes, porque eso eran.

Los tres vivieron al margen de la institucio­nalidad que hace 50 años pusieron en jaque. Los tres, cada uno a su manera, terminaron con sus vidas.

Hoy, en medio de tanta solemnidad, certezas absolutas, un par de oportunist­as y esta especie de luto políticame­nte correctísi­mo, los extraño un chingo.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico