Proyecto Laurentia: los lazos que unen Norteamérica
La semana pasada se organizó una reunión en la Universidad de Harvard en la que los asistentes se comprometieron a aumentar la red de jóvenes interesados en fomentar vínculos más estrechos entre México, Canadá y Estados Unidos
La semana pasada un grupo de jóvenes líderes de Canadá, Estados Unidos y México organizó una reunión en Harvard con la bandera del Laurentia Project (ı), en el que participé como asesora, cuya meta fue crear un mecanismo para fomentar una mayor integración entre las comunidades de los tres países a través de las organizaciones de la sociedad civil, del comercio y a nivel gobierno.
A pesar de que reconocemos que es un momento difícil para soñar con un proyecto transfronterizo, es justo eso lo que lo convierte en un proyecto interesante e importante. Los lazos entre nuestros pueblos son innegables y van más allá de cualquier administración pública. También más allá de las relaciones políticas e internacionales entre nuestras capitales; es a nivel cancha —estados, ciudades, comunidades— desde donde se pretende comenzar.
Durante dos días hubo presentaciones de profesores de la Universidad de Harvard, como el profesor David King, quien puso en perspectiva las historias y las narrativas de nuestros países en lo individual y como región. Hablamos de la situación geopolítica a escala global, de la ascendencia de China, de la necesidad de diversificar los lazos políticos y económicos de México, de la obligación de buscar soluciones al cambio climático, de la importancia de asegurar una mayor participación de las mujeres en la vida pública y privada, más la amenaza y la oportunidad que representa la inteligencia artificial para nuestras economías, todo en el contexto de cómo podemos apoyarnos para avanzar como región.
No obstante que nuestros países tienen una interdependencia, la noción de lo que es Norteamérica no es algo que todos entiendan, sino una identidad que aún es poco acogida. Si preguntas a un taxista en Ciudad de México si se siente norteamericano, probablemente respondería “no, soy mexicano, no gringo”. Muchos mexicanos se refieren a los estadunidenses como “norteamericanos”, justamente porque no sienten que forman parte de la región que conocemos como Norteamérica. De igual forma, la mayoría de estadunidenses se consideran ciudadanos de una nación y punto; además, les cuesta más trabajar en grupos supranacionales si los comparas con los europeos, por ejemplo, y ellos dirían que por el tamaño del país ya colaboran con muchos estados de su federación.
Pero la verdad es que casi todos los mexicanos tienen parientes en Estados Unidos y Canadá y en el primero cada vez hay más escuelas públicas que tienen al español como su idioma principal. La afinidad entre Canadá y México, entre otras cosas, se basa en la idea de que el Estado puede crear una cancha más nivelada para todos y fomentar una mayor calidad de vida. Esa visión de una tercera vía socialdemócrata se ha vuelto atractiva ante la creciente desigualdad que enfrentamos a escala global.
Más allá de nuestros lazos personales y familiares, el destino económico de nuestra región depende de nuestra capacidad de forjar estrategias conjuntas para competir con ventaja con Asia. Aun con el nuevo tratado trilateral ya acordado, en el corto plazo el proteccionismo por parte de Estados Unidos puede amenazar la prosperidad de la región, pero los lazos ya establecidos a nivel empresa y las ventajas comparativas entre las tres economías no desaparecerán de un día para otro. Tanto para la seguridad como para el crecimiento económico de América del Norte, será clave fortalecer estos amarres.
Al final de dos días de lluvia de ideas, de discusiones y de muchas emociones encontradas, se acordaron dos acciones concretas. El proyecto Laurentia tendrá como cometido inicial aumentar la red de jóvenes interesados en fomentar lazos más estrechos entre México, Canadá y Estados Unidos. Parte de lo que nunca se logró con el viejo TLC fue el concepto de una integración más allá de lo económico y por eso ha sido un reto a nivel político tener el apoyo suficiente de los ciudadanos para sostener lazos más estrechos.
La idea es que Laurentia sirva como un mecanismo para poner a nuestras comunidades en contacto, para el tema que sea. Imagina que estás empezando una organización para fomentar una mayor participación de las mujeres en la fuerza laboral en México y quieres encontrar a organizaciones en Canadá con experiencia en el tema: Laurentia podrá ser el enlace. En vez de inventar el hilo negro, podemos empezar por aprender y apoyarnos, desde los vínculos que ya existen entre nuestros pueblos, nuestras instituciones y nuestras empresas para fortalecer comunidades y ciudades. Quiénes mejor para liderar el esfuerzo que los jóvenes.
Esto también quiere decir que Canadá y Estados Unidos tendrán cosas que aprender de nosotros. Debemos erradicar la percepción de que estamos porque necesitamos estar. Ellos también se benefician de la integración económica, comercial y cultural con México y hay que recalcar esto en nuestras interacciones trilaterales.
A pesar del discurso político tóxico de los muros, hoy más que nunca es imprescindible pensar en la construcción de puentes con la mirada puesta no en lo que sucederá en seis meses, sino en lo que pretendemos construir en las próximas dos décadas. Un grupo de jóvenes norteamericanos ha tomado la misión de asegurar que el futuro promete más integración entre nuestros pueblos y no menos. Apoyemos y convirtamos sus aspiraciones en una realidad tangible.
(1) Laurentia es el nombre del antiguo continente que hoy conocemos como Norteamérica. Hace millones de años, Canadá, Estados Unidos y México formaban parte del mismo bloque
de tierra y no existían fronteras. *CEO Speyside Group Mexico, estadunidense por nacimiento, mexicana por elección