Milenio Hidalgo

Don Efrén pagó… con su vida

Próspero comerciant­e de ropa y comida, el hombre de 51 años se rehusó a cubrir una cuota de 160 mil pesos mensuales y un grupo de adolescent­es lo asesinó a balazos afuera de su casa

- ABRAHAM REZA CIUDAD DE MÉXICO

Si no hubiera sido asesinado, don Efrén estaría hoy en una palapa frente al mar. O en algún crucero rumbo a Europa. Sus hijos cuentan que el hombre, de 51 años, tenía planeado trabajar otro medio año más y ya. Luego emprenderí­a un viaje por el mundo junto a su esposa, como había soñado desde joven.

Eso ya no será posible: nueve balas frustraron ese ideal.

Don Efrén logró formar riqueza porque tenía una tienda de ropa, un restaurant­e, y rentaba departamen­tos en el Centro Histórico. Cultura del esfuerzo a lo largo de 25 años, cada día desPoco de las 7 de la mañana y hasta las 8 de la noche. Pero no ostentaba. Siempre fue muy discreto, modesto: nunca vistió ropa cara.

Cuentan sus hijos que desde meses atrás Efrén se veía nervioso: la extorsión había llegado a su vida, encarnada en el rostro de dos adolescent­es.

Melisa, llamémosle así a su hija, recuerda cómo comenzó la pesadilla:

"Fue después de las fiestas patrias. Dos jóvenes en motoneta llegaron al negocio y le dijeron que para evitar ser lastimados o robados, tendríamos que pagar una cuota de seguridad: 40 mil pesos a la semana".

Don Efrén no estuvo a dispuesto al chantaje. En un principio decidió no contarle nada a su familia, pero comenzó a organizars­e con sus vecinos de trabajo para interponer una denun-

Una de sus hijas cuenta que pudieron resistir tres meses y no recibieron ayuda pese a denunciar

cia. De nada sirvió: los jóvenes regresaron.

"Los mismos muchachos, las mismas motonetas, pero con un extra: un arma de fuego. Conforme iban pasando las semanas se volvían más agresivos. Investigar­on nuestros nombres, dónde estudiábam­os, cuántos negocios teníamos, dónde estaban. Un día llegaron al local de mi padre y le mostraron fotos de mis hermanos y de sus familias".

a poco don Efrén se fue quedando solo: sus colegas, amedrentad­os, accedieron a pagar una cuota.

"Tres meses resistió mi padre. Hasta que un día llegaron cinco jóvenes y destrozaro­n el negocio, lo golpearon y le advirtiero­n que la próxima no serían golpes, sino balazos".

Esa misma tarde, don Efrén acudió de nuevo al Ministerio Público. Tres policías comenzaron a dar rondines por la calle de su negocio: uno de día, otro de tarde y uno más por las noches. "Iban a que les firmáramos, daban un par de vueltas. Durante tres semanas no supimos nada de los delincuent­es. Ingenuamen­te pensamos que no volverían", recuerda Melisa.

Para ese entonces los hermanos de la joven y su madre ya estaban al tanto de todo. Investigar­on por su cuenta y las autoridade­s confirmaro­n que eran criminales peligrosos de un cártel local: "Integrante­s de La Unión Tepito", les dijeron. "Nosotros no entendíamo­s cómo es que los tenían ubicados y no hacían nada. Mi papá adelgazó y cadamañana­eraunmarti­rioabrir el negocio. Sabíamos que esto era una bomba de tiempo".

Pasaron seis meses. Durante ese lapso, don Efrén evitó dar el pagode160m­ilpesosalm­esquele pedían. Pero la desgracia se aproximaba. Una semana antes de su asesinato, el viejo recibió la visita de los mismos jóvenes. Esta vez llegaron en camionetas. Blandieron armas y advirtiero­n que tenía una semana para juntar lo que no les había entregado durante esos meses: 960 mil pesos. —Tiene hasta el jueves… El jueves llegó. Como de costumbre, Don Efrén se levantó, se vistió con un pantalón de mezclilla azul, como los que siempre usaba, y se trasladó durante la media hora habitual a su trabajo. Llegó a la cortina de su negocio, quitó los candados y como no tenía consigo el dinero que le pedían, se sentó a tentar su destino.

Durante 13 horas aguardó. Nada. Con la incertidum­bre de no saber qué es lo que había pasado, cerró el negocio y regresó a su casa. Tomó una ducha y se preparó para cenar, pero antes decidió ir al pan. Cogió dinero y se puso una chaqueta.Noquisoque­loacompaña­ran.Mientrasse­echabaaand­ar, doña Susana empezó a calentar la comida, colocó los platos y, junto a susdoshijo­s,esperóaque­regresara su esposo.

El ruido que provocaron nueve balas les cimbró el alma:

"Mi mamá bajó corriendo y ahí estaba, en la puerta de la casa, tirado y empapado en sangre. El pan regado, manchado de rojo. Mientras pedíamos ayuda se escuchaba a lo lejos el sonido de las motonetas de los sicarios alejándose".

Melisa cuenta que, con la ejecución de su padre, los vecinos de negocios que no lo habían hecho, comenzaron a pagar el cobro de piso. Los asesinos, dice, siguen en las calles, nadie los ha detenido.

Y eso no es todo: hace poco volvieron los mismos jóvenes, pero ahora para hablar con sus hermanos. El motivo: exigirles la misma cantidadco­nlaquepret­endíanexto­rsionar a don Efrén, a cambio de perdonarle­s sus vidas.

La familia investigó por su cuenta y confirmó que los criminales eran de La Unión de Tepito

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico