“La carabina de Trump es como la de Ambrosio, no asusta ni a la caravana”
El despliegue hasta de 15 mil tropas adicionales en la frontera con México ordenado por el presidente Donald Trump para impedir el ingreso de miles de migrantes centroamericanos tiene varias interpretaciones.
La interpretación generalizada es que se trata de una medida con fines electorales internos, es decir, atraer votantes en las elecciones del martes a favor del Partido Republicano, para evitar que la Cámara de Diputados obtenga el control demócrata, como parece probable.
El trillado recurso de envolverse en la bandera no falla. Apelar a los sentimientos patrióticos del pueblo estadunidense es un antiguo recurso electoral. En la película Wag the Dog, titulada en español Cortina de humo, expuso la maniobra de un presidente que, para tratar de reelegirse tras un escándalo sexual, inventó una guerra ficticia contra Albania para desviar la atención de la prensa y convertirse en héroe.
Ronald Reagan ordenó la invasión de la isla de Granada en 1983, habitada por cien mil habitantes, para acabar con el síndrome de Vietnam y levantar el decaído ánimo del pueblo estadounidense y de paso derrocar al gobierno granadino procubano.
EU fue condenado por la ONU por haber violado el derecho internacional. Pero a Reagan le valió. Cuando le preguntaron qué pensaba sobre la condena , contestó: “mi desayuno no me cayó para nada mal”.
Otro aspecto sobre la militarización de la frontera es que México está recibiendo una brutal presión por no frenar a los migrantes y no estamos reaccionando. Esto sí es preocupante.
Ayer Trump desdeñó a las fuerzas de seguridad mexicanas: "Las caravanas tienen gente y peleadores muy duros. Lucharon duro y brutalmente contra México en la frontera antes de irrumpir. Los soldados mexicanos heridos, no pudieron o no quisieron detener la caravana. Deben detenerlos antes de que lleguen a nuestra frontera, ¡pero no lo hacen!", escribió en Twitter.
Más allá de que no se trataba de soldados sino de policías federales, el problema ha sido la vacilante posición del gobierno mexicano para enfrentar la crisis migratoria.
Primero envió a la frontera con Guatemala a la policía federal para hacer que se respeten las leyes migratorias, pero fue desbordada por migrantes agresivos en un lamentable espectáculo.
Luego que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, dijo que los migrantes no son criminales, el gobierno de Peña Nieto ofreció asilo con la condición de que permanezcan en Oaxaca y Chiapas, pero la mayoría lo rechazó.
El problema es que en la actualidad hay un poder en transición en México. Un grupo de migrantes se impone a la policía y rechaza el ofrecimiento de asilo. Y un gobierno extranjero desdeña al ejército mexicano.
Es hora de poner orden, en estricto apego a la protección de los derechos humanos, pero también hacer respetar las leyes migratorias y suspender temporalmente la cooperación militar con Estados Unidos. Si es que queremos que nos respeten unos y otros. Y mientras, la carabina de Trump, es como la carabina de Ambrosio, no asusta ni a la caravana. Sigue para allá.
El problema ha sido la vacilante posición del gobierno mexicano para enfrentar la crisis migratoria