Inseguridad: es inevitable acudir a los soldados
La 4T necesariamente transita por la solución a la violencia y la inseguridad
La ONU ha recomendado no utilizar al Ejército en labores de policía; es de sentido común: las fuerzas armadas no están para esa tarea; las implicaciones son serias y los riesgos están a la vista, más cuando no hay una base jurídica que les dé certeza y legalidad
Finalmente la realidad se impuso. Encarar el grave problema de la violencia y la inseguridad no concede mucho espacio a la retórica. Se debe optar por lo seguro. El nuevo gobierno ha heredado una situación deplorable. También un significado deterioro en cuanto a la confiabilidad de los cuerpos policiacos en muchos estados y municipios. Es un problema que viene de tiempo atrás, agravado por la insensibilidad de los financieros del gobierno. Es inevitable que se tenga que recurrir a las fuerzas armadas para contener el problema.
Como tal es un acierto, pero también se incuba un problema. Como sucedió en el pasado, se recurre al Ejército y a la Marina porque es lo único que funciona ante la situación. Crear una buena policía lleva tiempo, por lo que también es un acierto que se planté su consolidación en tres años. La cuestión es que requiere no solo tiempo, sino también mucho dinero, disciplina, perspectiva y orden. Lo que se hizo bien en algunos estados como Chihuahua y Nuevo León perdió impulso con el relevo en el gobierno local. Hoy la situación ha cambiado para mal.
La ONU ha recomendado no utilizar al Ejército en labores de policía. Es de sentido común: las fuerzas armadas no están para esa tarea. Las implicaciones son serias y los riesgos están a la vista. Más, cuando no hay una base jurídica que les dé certeza y legalidad. Explicable que se recurra a éstas, pero inaceptable que se planté como una solución permanente.
Debe recuperarse la estrategia amplia y estructural para atender el problema de la inseguridad en sus causas. El principal factor no es la pobreza, sino la impunidad. Ser criminal debe significar más que el riesgo por la lucha entre grupos delictivos; para inhibir la conducta criminal debe prevalecer la justicia, la legal, sin coartadas ni expresiones sumarias; la que respeta el debido proceso y los derechos humanos, con todas las complicaciones y dificultades que esto imponga. El afán por acciones punitivas ejemplares presenta más problemas que de los que resuelve.
El reto mayor de la estrategia del nuevo gobierno será revertir las cifras de criminalidad, al tiempo que cumple la observancia de los derechos humanos y el respeto a las garantías individuales sustantivas y procesales. Por eso la recomendación es que la labor de seguridad se haga por policías, no por soldados, por mandos civiles, no militares. Hacia allá debe dirigirse la solución permanente. El presidente supone que la voluntad presidencial será suficiente para evitar los excesos propios de la actuación de militares en tareas de policía. Es un error, así sucede porque las fuerzas armadas están para la guerra, acabar con el enemigo y así garantizar la paz y la soberanía nacionales. Por eso en el catálogo de lo obligado está evitar que el elemento castrense la haga de fuerza policiaca.
La evolución del crimen organizado demanda una respuesta vigorosa y enérgica por parte del Estado. Como tal, el mensaje del nuevo gobierno es el adecuado; lo que debe preocupar es que el planteamiento presupuestal no sea consecuente con la atención a la necesidad urgente e impostergable de formación de cuerpos policiacos en el nivel local y municipal. Más bien lo contrario; lo que ha planteado es una reducción a 40% de los recursos que la Federación traslada al ámbito local. Una locura si se consolidara tal propuesta y que habría de afectar la calidad de vida de las familias y también acentuaría la fragilidad de las policías locales y municipales.
Alfonso Durazo tiene el carácter para tal tarea y también la cercanía con el presidente López Obrador. Deberá dejar en claro que el cumplimiento de las metas y objetivos a su responsabilidad demandan de un respaldo financiero sustantivo, además de integrar en la estrategia la formación de un nuevo sistema policial para el ámbito local. Se ha dicho con acierto, la llamada cuarta transformación necesariamente transita por una solución al tema de seguridad.