Contradicción en plan anticrimen de AMLO
En los análisis alrededor de la recién anunciada estrategia de seguridad, lo menos discutido es la intención ética y moral que menciona entre sus puntos. Frente a la serie de preocupaciones que han desatado algunos instrumentos que pretende implementar el siguiente gobierno, lo aparentemente ornamental se antoja prescindible.
Inmersos en la crisis de derechos humanos que afecta a México, la inclusión de una constitución moral y eso que se da a entender como la reformación ética de la sociedad, son elementos desde los que surgen los riesgos de la propuesta. Las contradicciones entre dichas intenciones y el cuerpo de un plan que mezcla conceptos de justicia con militarización, hacen que valga la pena pensar en ellas.
La falla de origen en el plan de seguridad y pacificación se encuentra en la insistencia de Andrés Manuel López Obrador por relacionar lo eficaz con lo ético y lo moral, sin entender lo ético ni lo moral. La autoridad moral ha sido componente tradicional de sus discursos; su equipo la ha adoptado sin importar lo que en otro escenario la pondría en duda. Parten así, de una moralidad que disfrazan de eficacia, como si existiera una sugerencia moral que combatirá a los cárteles y mermará la violencia. Lo gratuito termina por ser peligroso.
El juicio moral, sin excepción, traza las percepciones del bien y del mal. Marcar sus preceptos desde el poder cívico tiende a definirlos en la percepción del poder mismo. Es el moralismo político donde las nociones son positivas porque las digo yo. El principio moral, es decir, la verdad, es el deber humanamente imposible de una sociedad que se aniquilaría de rechazar la búsqueda de esa imposibilidad.
La ética es la relación con la que el individuo, o en este caso, el Estado, responde a sus responsabilidades en un entorno específico. La ética podría explicarse como la posibilidad de elegir un camino —responsable o irresponsablemente—, ante una realidad particular.
Es claro que, en un país como el nuestro, con tal brecha de inequidad, lo ético es conducir un gobierno austero. Hablar de transparencia, honestidad y libertades como si fueran opciones de juicio ético y no obligaciones cívicas, es mera demagogia.
Fuera de la retórica, nadie con experiencia en la materia creerá que en este momento es posible regresar al Ejército a sus cuarteles.
Sin embargo, se optó por construir una justificación para su permanencia, transgrediendo lo ético y construyendo su propia moral. Su verdad.
Ético, habría sido no mentir sobre instituciones similares a la Guardia Nacional en otros países (en Francia, la Gendarmería responde al Ministerio del Interior y no al de Defensa, como afirma el próximo secretario de Seguridad). Ético, sería no mentir con la afirmación de que nuestra Policía Militar es más policía que militar. Ético, pudo ser la búsqueda de un Estado nacional en el que lo más amplio no sea lo gregario.
Ético, es no perpetuar un estado de excepción que acaba con la vida de la gente.
En la propuesta de seguridad del gobierno de López Obrador, lo moral sería no construir una realidad análoga que impedirá ocuparse de la realidad.
Allí, en un libro, Orwell escribió sobre un Ministerio de la Paz que se ocupaba de asuntos de guerra.