“Los obispos han preferido los acuerdos cupulares con el gobierno”
El cambio de guardia en la presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) nos permite observar y reflexionar acerca de las posibles relaciones que se establecerán entre la jerarquía católica y el nuevo gobierno mexicano. En el pasado reciente, los obispos católicos se han presentado de dos maneras ante los diversos gobiernos.
Porunlado,hayquieneshanbasadosuestrategiaen un acercamiento con las élites gobernantes, para poder influirlas y desde arriba, incidir en políticas públicas y legislaciones. Yo diría que el hoy cardenal y arzobispo de México, Carlos Aguiar, es un ejemplo de ello.
Por el otro, hay quienes han preferido mantener una distancia crítica ante cualquier forma de poder político, señalando de frente a los gobernantes las fallas que desde su perspectiva tiene el sistema y tratando de llevar adelante una concientización social y política del pueblo católico.
Me parece que el mejor ejemplo de esta posición la encontramos en el cardenal y arzobispo de Guadalajara, presidente saliente de la CEM, José F. Robles Ortega. En todo caso, su mensaje dirigido para inaugurar la Asamblea General de la CEM, que fue de alguna manera un discurso de despedida, ha sido muy claro al respecto.
Al referirse al “nuevo escenario político de México”, el arzobispo de Guadalajara señaló que desde hace meses se veía que “un nuevo perfil de votantes aunado a un hartazgo creciente ante la corrupción, la violencia y la injusticia parecían indicar que el pueblo mexicano buscaba una nueva alternativa de gobierno”.
Y luego agregó: “Un partido fundado hace cuatro años logró una importante mayoría en las cámaras, en diversos órdenes y niveles de gobierno e incluso la Presidencia de la República. A la luz del Evangelio y de la Doctrina social de la Iglesia tal concentración de poder requiere de un renovado ‘sistema de pesos y contrapesos’”. En suma, el presidente saliente de la CEM advierte de los peligros de la concentración del poder político y llama a establecer los contrapesos necesarios.
Nadie puede acusar de antimorenismo al cardenal Robles, pues a lo largo de su gestión en su cara le hizo graves señalamientos al presidente Peña Nieto. Por ello, su señalamiento de que “este ‘sistema’ se encuentra gravemente debilitado” es acorde con su análisis de una sociedad civil, que “en muchos ámbitos se encuentra herida, fracturada, frágil” y “requiere de mayor organización, efectividad y presencia”. De allí también su propuesta de “fortalecer a nuestro pueblo para que no sea masa informe, para que sea una auténtica comunidad capaz de ser sujeto y no solo objeto del poder, para que ella misma vuelva a reconstruir su tejido social”. En suma, una verdadera construcción desde abajo.
Habría que ver cuántos obispos católicos están de acuerdo con esa postura. Se supone que el nuevo presidente de la CEM, Rogelio Cabrera, llega con el respaldo del mismo grupo que eligió a su antecesor. Habrá que ver si elige esa posición o si prefiere la vía fácil, pero engañosa, de los acuerdos cupulares con el gobierno, que a nadie benefician. Hasta ahora, ha sido la preferencia de buena parte de los obispos.
Habrá que ver si eligen la vía fácil, pero engañosa, de los acuerdos cupulares con el gobierno