La FIL del deseo
Nueve días no son pocos, menos aún cuando te adentras en las fauces de la feria del libro. Ahí parece que ya pasaron nueve meses, nueve años, toda la vida en un ir y venir del demonio entre tu hotel y la Expo, llegando a las fiestas, comiendo en los pasillos, hablando y hablando y hablando.
Este año entré a La casa de los ángeles rotos, de Luis Alberto Urrea (Alianza de Novelas, 2018), para conversar de la cachondería de Angelote, patriarca de una saga familiar épica que une a México con Estados Unidos. Con Roberto Argüelles, autor de (Endira, 2018), abordé el tema de los tríos, pero no los comunes, sino como diríamos en el argot sexológico, ulos HMH, para variar.
Me perdí del placer de conversar con F.G. Haghenbeck sobre la protagonista de Casi diosa (HarperCollins, 2018), una adolescente apática y gruñona pero dispuesta a vivir el comienzo de su existencia adulta de la manera más asombrosa posible, porque tuve que correr a escribir mi columna diaria en esta feria. Para contrarrestar la decepción, me encontré con Irene Selser, quien presentó su poemario Sur, Silencio (El tucán de Virginia, 2018), junto con Gioconda Belli; dos de mis poetas favoritas, juntas. Orgasmo total.
Con Antonio Vásquez me adentré a la caída y decadencia de Arturo, hijo de un padre borracho que se vuelve sombra cuando va cayendo en picada hasta llegar