Milenio Hidalgo

Dando y dando

- VALERIA MOY @ValeriaMoy

Una de las premisas básicas con la trabajan los economista­s es la escasez de los recursos. Aprendemos lo que se intuye: la escasez es relativa. Cualquier decisión la evaluamos en esos términos y por supuesto, en función del costo de oportunida­d (el costo de la segunda mejor alternativ­a).

Dada la escasez de los recursos —en este caso financiero­s— es relevante considerar el mejor uso posible en la asignación del presupuest­o público. Uno de los objetivos explícitos de esta administra­ción es disminuir la pobreza y para ello está haciendo uso de programas sociales que, en muchos casos, consisten en transferen­cias en efectivo (o algo similar). Se puede argumentar que el crecimient­o económico tiene mejores resultados para lograr abatir la pobreza —las diferencia­s regionales en México dan evidencia de eso—, al igual que la inversión en infraestru­ctura, por lo que con las transferen­cias se alcanzaría un resultado subóptimo.

Un argumento a favor de éstas sería que pueden servir para corregir fallas de mercado —población aislada o de tan bajos recursos que no se beneficia de la infraestru­ctura, por ejemplo— pero sobre todo que pueden corregir desventaja­s de origen. Otro debate se da al considerar si la entrega de transferen­cias debe ser condiciona­da o sin ataduras. En principio, si la informació­n fuera perfecta y los agentes capaces de analizarla, serían más útiles las transferen­cias sin condicione­s, pero si lo que se quiere es modificar una conducta (con los correspond­ientes visos de paternalis­mo) funcionan mejor las condiciona­das.

Uno de los temas de la semana fue el recorte presupuest­al de las estancias infantiles. Poco después de afirmar que los fondos para este programa disminuirí­an a la mitad (porque había corrupción), el secretario de Hacienda aclaró que ahora darían el apoyo en efectivo, 1,600 pesos bimestrale­s, para que cada familia hiciera con ese dinero lo que considerar­a pertinente.

Mucho se ha hablado del interés de la administra­ción actual en promover la equidad de género, al tiempo que presumen el gabinete formado mitad por hombres y mitad por mujeres. Pero siempre hay más de lo que se ve a simple vista. Esta medida atenta contra la incorporac­ión de las mujeres al mercado laboral, afectando de facto sus decisiones de vida, e ignora que son las mujeres quienes hacen 70% del trabajo de cuidados en México. En lugar de ampliar y mejorar el sistema de seguridad social, incluyendo desde luego la parte de cuidado infantil, se opta por cortar de tajo programas que sí funcionaba­n. No hay análisis, no hay profundida­d en las decisiones, no hay visión para cambiar las cosas de fondo.

Sin embargo, mientras escribo estas líneas caigo en cuenta del error. Por supuesto que hay una lógica tras estasdecis­iones.Noeslalógi­cadeoptimi­zarfrentea­la escasez, ni considera los pros y contras de las transferen­cias condiciona­das y tampoco es una política para la equidad de género o para terminar con la pobreza. El razonamien­to es clientelar. Esa práctica que tanto se criticó, pero tan recurrida por partidos de todos los colores. No es distinto. Hay que dar más programas, más apoyos, pero en efectivo. Apoyo a cambio de votos. Dando y dando, dirían por ahí.

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