Dando y dando
Una de las premisas básicas con la trabajan los economistas es la escasez de los recursos. Aprendemos lo que se intuye: la escasez es relativa. Cualquier decisión la evaluamos en esos términos y por supuesto, en función del costo de oportunidad (el costo de la segunda mejor alternativa).
Dada la escasez de los recursos —en este caso financieros— es relevante considerar el mejor uso posible en la asignación del presupuesto público. Uno de los objetivos explícitos de esta administración es disminuir la pobreza y para ello está haciendo uso de programas sociales que, en muchos casos, consisten en transferencias en efectivo (o algo similar). Se puede argumentar que el crecimiento económico tiene mejores resultados para lograr abatir la pobreza —las diferencias regionales en México dan evidencia de eso—, al igual que la inversión en infraestructura, por lo que con las transferencias se alcanzaría un resultado subóptimo.
Un argumento a favor de éstas sería que pueden servir para corregir fallas de mercado —población aislada o de tan bajos recursos que no se beneficia de la infraestructura, por ejemplo— pero sobre todo que pueden corregir desventajas de origen. Otro debate se da al considerar si la entrega de transferencias debe ser condicionada o sin ataduras. En principio, si la información fuera perfecta y los agentes capaces de analizarla, serían más útiles las transferencias sin condiciones, pero si lo que se quiere es modificar una conducta (con los correspondientes visos de paternalismo) funcionan mejor las condicionadas.
Uno de los temas de la semana fue el recorte presupuestal de las estancias infantiles. Poco después de afirmar que los fondos para este programa disminuirían a la mitad (porque había corrupción), el secretario de Hacienda aclaró que ahora darían el apoyo en efectivo, 1,600 pesos bimestrales, para que cada familia hiciera con ese dinero lo que considerara pertinente.
Mucho se ha hablado del interés de la administración actual en promover la equidad de género, al tiempo que presumen el gabinete formado mitad por hombres y mitad por mujeres. Pero siempre hay más de lo que se ve a simple vista. Esta medida atenta contra la incorporación de las mujeres al mercado laboral, afectando de facto sus decisiones de vida, e ignora que son las mujeres quienes hacen 70% del trabajo de cuidados en México. En lugar de ampliar y mejorar el sistema de seguridad social, incluyendo desde luego la parte de cuidado infantil, se opta por cortar de tajo programas que sí funcionaban. No hay análisis, no hay profundidad en las decisiones, no hay visión para cambiar las cosas de fondo.
Sin embargo, mientras escribo estas líneas caigo en cuenta del error. Por supuesto que hay una lógica tras estasdecisiones.Noeslalógicadeoptimizarfrenteala escasez, ni considera los pros y contras de las transferencias condicionadas y tampoco es una política para la equidad de género o para terminar con la pobreza. El razonamiento es clientelar. Esa práctica que tanto se criticó, pero tan recurrida por partidos de todos los colores. No es distinto. Hay que dar más programas, más apoyos, pero en efectivo. Apoyo a cambio de votos. Dando y dando, dirían por ahí.