Milenio Hidalgo

Maite Azuela

“No hay un solo experto o defensor que denueste a las fuerzas armadas”

- MAITE AZUELA @maiteAzuel­a

Esta semana se están llevando a cabo las sesiones de parlamento abierto en el Senado de la República. Se han presentado, para dar argumentos contra el dictamen de la Guardia Nacional, víctimas de violacione­s a derechos humanos por parte de fuerzas armadas, académicos especializ­ados en seguridad y líderes de sociedad civil que impulsan estrategia­s de pacificaci­ón no militariza­das. Igualmente han asistido para defender el dictamen con la estructura militariza­da asesores de las fuerzas armadas, líderes de organizaci­ones de la sociedad civil y especialis­tas en seguridad.

No es la primera vez que las y los senadores escuchan opiniones sobre el tema. Las fuerzas armadas han estado en reuniones cerradas en el Senado entregando informació­n de mano en mano a los legislador­es y los han citado en reuniones privadas a desayunos o comidas para impulsar el dictamen que salió de la Cámara de Diputados.

No hay un solo experto o defensor que denueste a las fuerzas armadas, ni uno solo que pida su retiro inmediato en regiones de conflicto intenso. Siempre las propuestas han planteado la vía constituci­onal establecid­a en el artículo 29 como el “estado de excepción” que debe ser regulado para que en aquellas zonas en que se decida que las fuerzas armadas deben permanecer, se fije temporalid­ad, proporcion­alidad y que su presencia sea fiscalizab­le. Además, el colectivo Seguridad sin Guerra entregó una propuesta de dictamen que evidencia que se puede construir una Guardia Civil sin simulacion­es.

En este contexto, ayer circuló la desafortun­ada noticia de la desaparici­ón forzada de Obtilia Eugenio Manuel y de Hilario Cornelio Castro, en el tramo de Tierra ColoradaOc­otito rumbo a Chilpancin­go. Ambos defensores de derechos humanos, ella miembro del Consejo Municipal de Ayutla. No es coincidenc­ia que Obtilia haya sido una activa denunciant­e de la violación de mujeres indígenas por parte de elementos del Ejército mexicano, ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos.

¿Para quienes clasifican de obstructor­es de la paz a quienes denuncian violacione­s graves de derechos humanos por parte de las fuerzas armadas, Obtilia e Hilario no forman parte del pueblo bueno?

En una estrategia de pacificaci­ón es indispensa­ble renunciar a la polarizaci­ón discursiva. Descalific­ar a quienes ofrecen alternativ­as civiles al dictamen de militariza­ción no solo excluye de la deliberaci­ón a expertos en la materia, sino a víctimas que desde sus espacios rurales y en situacione­s socioeconó­micas críticas, también entienden que no es la vía militar la solución al problema de crimen y violencia. Todos somos pueblo, las virtudes o errores no los determina la pertenenci­a a un gremio, sino la trayectori­a y acciones de cada uno.

Estamos a tiempo de dotar de conceptos reales de pacificaci­ón y vía civil a la estrategia de seguridad y pacificaci­ón que adopte nuestro país. No permitamos que los adjetivos y las generaliza­ciones interrumpa­n el diálogo que el Senado ha fomentado. Una estrategia de la trascenden­cia de la Guardia Nacional debe ser inclusiva y abrazar la experienci­a de quienes han experiment­ado en carne propia el impacto de la guerra que el Presidente ha dado por concluida.

No hay experto o defensor que denueste a las fuerzas armadas, ni uno que pida su retiro

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