Ley o moral
EA Jesús Reyes-Heroles, ex servidor público ejemplar, como muchos otros
l abuso recurrente del Presidente hacia particulares plantea un tema que se le vuelve en contra. Es evidente que en su concepto de moral la generación de riqueza es pecado. Tener patrimonio es inmoral, tener un trabajo de una empresa extranjera después de ser servidor público es pecado capital. A la hoguera los ex funcionarios que sirven como consejeros o empleados de empresas, peor si son extranjeras y fatal si han realizado negocios con autorización o concesión del gobierno mexicano.
La sociedad está pasmada. La réplica no existe porque los inmoviliza el miedo, bien sea por la popularidad del Presidente, lo encendido de sus sentencias, el que se les ubique en el cajón de los conservadores o de los corruptos o por los esqueletos propios en el clóset. Bien por aquellos que dan la cara y responden a las alevosas calumnias del Presidente, mejor por los que optan por la vía legal para hacer frente al daño moral que provoca la moral del nuevo gobierno. Que no sea el tribunal mediático el que resuelva, sino un juez con razones, pruebas y argumentos.
El activismo social desde el poder presidencial está haciendo estragos sin mayor resistencia que una tímida respuesta de los factores que debieran contener el abuso. El estilo Savonarola del Presidente se vuelve contra su gobierno y el país. Parece que el mandatario no solo es inmune a la opinión honesta de sus colaboradores, sino a la misma realidad. La economía va muy mal y no solo es por la herencia maldita del pasado o el entorno internacional; el Presidente es el factor de inestabilidad, incertidumbre y desconfianza. Imposible que un colaborador lo diga o insinúe.
En la denuncia moral —en la 4T no hay otra— de los que “saquearon” a la CFE se cae en cuenta que las empresas que cobran por ductos que no funcionan se debe al chantaje de “comunidades”, acción que está por volverse práctica regular por la indolencia gubernamental de antes y de ahora frente líderes que utilizan a la población para obtener dinero. De eso se trata la lucha de la CNTE en Michoacán, lo mismo con quienes bloquean la obra pública de infraestructura, que los que hacen del delito causa en el huachicol o la producción o tráfico de drogas ilegales.
El estado de derecho vive su peor momento. El gobierno, en voz de su Presidente, renuncia públicamente a su obligación de hacer cumplir la ley al amparo de una población complaciente con el régimen legal y con el sentido cívico básico de obedecer a la ley, así sucede porque el Presidente cree que la delincuencia es un problema moral no de legalidad. Los órganos autónomos son “moralmente” descalificados y nadie da la cara, ni siquiera sus integrantes, incluso no falta quien, desde allí mismo, avale la embestida presidencial contra uno de los elementos cruciales para el control del poder y contener su ejercicio discrecional o arbitrario. El Estado soy yo, la ética de la 4T.
La democracia mexicana no tiene capacidad para contener la embestida en su contra. Al menos en EU, al presidente Trump lo frenan legisladores, correligionarios, prensa y jueces. Si continúa aquí la inercia autoritaria con el aval social, el abuso se va a volver hábito y la admonición moral eje del poder presidencial.
El mandato popular del 1 de julio es acabar con la corrupción y esto es tema de justicia no de moral. Lo segundo es relativo; es evidente que el concepto del Presidente de bueno y malo está muy lejos del estándar básico de la democracia en el mundo. La justicia remite a la ley, a las pruebas, a los procedimientos, a las garantías del debido proceso y a la sentencia, no a las condenas presidenciales a la medidadesusprejuicios.NiJuárez,MaderooCárdenasteníanconfusión:larutaeslaley,noellaberíntico,subjetivoe inasible camino de la moral.