Milenio Hidalgo

“Le entro al ballet, al budismo y al Leviatán”

La priista, única que votó contra la reforma educativa de la 4T y defendió a Peña Nieto en tribuna, también toca el piano, realiza múltiples actividade­s, incluida la lectura de libros políticos y biografías, y no tiene novio...

- HUMBERTO RÍOS NAVARRETE

La diputada priista Cynthia Castro López, de 32 años, navegaba a contracorr­iente la noche del pasado 15 de mayo, mientras sus correligio­narios se unían a la mayoría sin dar trazas de ser oposición; ella, a su vez, parecía gritar en el desierto, contra lo que considerab­a un retroceso, pues aseguraba que se repetirían los vicios de siempre. Desde la tribuna alzaba su voz.

Entonces las preguntas empezaron a circular en torno a quién era esa mujer que se enfrentaba a los barones del priismo en San Lázaro. Ella defendía sus conviccion­es y una educación de calidad para la niñez en México.

Era la única priista que había defendido la “reforma educativa” del entonces presidente Enrique Peña Nieto, con la que, entre otras cosas, asegura, “se logró eliminar a esta mafia que era la Coordinado­ra (Nacional de Trabajador­es de la Educación)”.

¿Fue un retroceso? Total.

***

Lo extraño de esta apasionada de la política —tiene doctorados y maestrías, además de viajar en vacaciones para recibir cursos en el extranjero, ahora en la Universida­d de Harvard— es que nadie de su familia se dedica a esa actividad, algo que la enorgullec­e, pues no le pueden echar en cara que la apalancó algún pariente: su madre es maestra pensionada de primaria y todavía trabaja; su padre es vendedor de autos usados, un oficio del que ella aprendió muy bien desde niña.

Empezó muy joven en la política.

A los 16 años. Mis padres estaban hartos.

¿Cuál es su mayor pasión? La política.

¿Y en segundo lugar? La ópera, el ballet y viajar.

¿En tercer lugar? Viajar, viajar, viajar. Lo disfruto muchísimo. Soy fanática de los aviones. Me gusta conocer otras culturas. Me encantan los aeropuerto­s.

¿Qué país le atrae?

India me transformó. Es un país muy similar a México, muy colorido. Me gusta la filosofía budista. Estuve 15 días en un retiro espiritual. También hago meditación. Me he metido a estudiar mucho budismo. Pongo mantras budistas para bajarle al estrés.

Y cuál es su libro favorito.

El Príncipe de Maquiavelo. Lo leo constantem­ente. Ese fue de los primeros libros que me transformó y me motivó a participar en la política.

¿Por qué?

Más vale ser temido...

¿Todos los políticos deben leer a Maquiavelo?

Sí, porque Maquiavelo habla de la condición humana. También me gusta leer mucho libros de ciencia política. El Leviatán, de Hobbes (Thomas), por ejemplo, para entender cuáles son los deberes del Estado.

¿Y qué hace en su tiempo libre?

Apago el celular y me pongo a leer. Me gustan mucho las biografías. Estoy leyendo la de Hillary Clinton.

¿Nada más leer?

Toco el piano. Fui la única de mi familia que no salió con el don de tocar de oído; por eso tomo clases de piano. Por las noches van a darme clase.

¿Y a quién le gusta interpreta­r? Mi canción favorita para tocar es Romeo y Julieta.

¿Practica algún deporte? Hago entre una hora y hora y media de ejercicio a diario. Es cuando saco todo el estrés y me lleno de energía. Es como mi momento feliz del día.

¿Qué es lo que más saborea? Los postres. Y soy fanática de la comida mexicana. Desde un antojito hasta unos machetes, ahí en la colonia Guerrero; el pozole, ah, el pozole también me gusta muchísimo, incluso llego a ir hasta dos veces por semana. También me encanta la comida italiana y el sushi. Puedo comer sushi cuatro veces por semana. Y me gusta cocinar pasta.

Entonces no solo le cocinan. ¡No! Cocino pasta y me queda muy buena.

¿Y bailar?

Bailé ballet. Lo dejé de practicar por rebelde, cuando entré a la adolescenc­ia. Ah, otro de mis pasatiempo­s favoritos es la ópera. Me encanta la ópera. Cuando voy en el auto pongo ópera.

¿Y otra música? Música clásica, reguetón...

¿De la ópera al reguetón o del reguetón a la ópera?

La ópera. Depende el momento.

Es usted hiperactiv­a.

Hago demasiadas cosas en un día: voy al doctorado, voy al gimnasio, trabajo, estoy pendiente de mi familia, leo las noticias, saco a pasear a mi perra Chu. Soy nocturna. A partir de las 11 de la noche entra mi momento de relajación: trato de leer, ver una serie de Neflix.

En su vida diaria.

Hago demasiadas cosas, porque creo que vida solo hay una y hay que vivirla al máximo. Vivo lo que me hace feliz.

¿Y acá entre nos... tiene novio? Ahora no, pero... ahora no.

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ESPECIAL Tiene doctorados y maestrías; actualment­e estudia en la Universida­d de Harvard.
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¿Qué está leyendo? ¿Qué hacer? La alternativ­a ciudadana, del ex presidente Carlos Salinas.

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