Guardia Nacional: qué necesidad, qué necedad
En una entrevista que concedió a Ciro Gómez Leyva en mayo de 2017, Andrés Manuel López Obrador aseguraba, con vehemencia, que para enfrentar a los huachicoleros bastaba dar el ejemplo y convocar a un acuerdo por la honestidad, y de esa manera los criminales no robarían nada a partir del 2 de diciembre pasado, pues ya no tendrían necesidad de hacerlo. Pensamiento mágico. No invento nada, lo dijo con todas sus letras y palabras. Aquí la pueden escuchar en el minuto 20: https://www.youtube. com/watch?v=LzTACA0dNgs. En enero pasado, cuando inició el combate al huachicol y ya había transcurrido un mes sin que se produjera el milagro profetizado, se dio cuenta de que ningún huachicolero se había convertido a la honestidad y tuvo que recurrir al Ejército para cuidar los ductos, transportar gasolina y perseguir a los malosos, que seguían y siguen robando a placer.
Una vez que la realidad desmintió su fantasía (su honestidad como remedio a todos los males del país, vía la conversión automática de los malos en buenos) no le quedó otra que apostar por una institución que aplique la fuerza para garantizar la seguridad. Contra toda lógica y apelando de nuevo a sus fantasías —que la Policía Federal era un desastre y pura corrupción— y contradiciéndose a sí mismo una vez más —hay que sacar al Ejército de las calles— López Obrador se empeñó en crear una guardia militar y no en depurar y fortalecer a la Policía Federal, la cual llevaba 20 años de construcción. Y aunque el Congreso aprobó su creación siempre y cuando fuera civil, eso de la ley no parece importarle como se ha visto en muchos otros asuntos. Sus mandos, recursos, capacitación, jerarquía y estructura son fundamentalmente militares. Hacer referencia a este proceso de decisiones de López Obrador —que va de proponer la conversión milagrosa de los criminales a la militarización de la seguridad, pasando por las becas universales como remedio a la expansión criminal— es importante porque no solo ayuda a entender por qué la crisis de inseguridad, que heredó gracias a negligencia criminal de Peña Nieto, se agrava y expande, sino que también es un anticipo de que la tragedia continuará, no sabemos si gracias a o pese a su Guardia Militar.
Lo trágico del asunto es que después de 12 años de haber estallado de manera inédita la crisis de inseguridad y la violencia en México, quizá no mucho, algo hemos aprendido. Con dificultades y a cuenta gotas, pero se ha ido generando una masa crítica de información y conocimiento; experiencias locales exitosas; espacios de reflexión y evaluación; mandos y cuadros operativos capacitados y organizaciones sociales involucradas en el tema. Pues todo eso ha sido ignorado, despreciado y descalificado a la hora de definir una estrategia de seguridad. Lo único que vale ahora son las ocurrencias, los prejuicios, la ideología decimonónica y las fantasías del Presidente. Nadie lo contiene ni cuestiona. Es el “me canso ganso” en todo su esplendor. Vamos a un segundo sexenio de irresponsabilidad. ¿Seis años más perdidos?
Tiene mucha razón el comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, en pedir que las expectativas sobre la eficacia en el corto plazo se reduzcan. Si AMLO le da un poco de libertad, le llevará un par de años superar la desorganización administrativa, organizativa y operativa y solventar las carencias de todo tipo con que la Guardia inicia sus tareas. Como dice la canción, pero ¿qué necesidad? Pura necedad.
A AMLO nadie lo contiene y vamos a un segundo sexenio de irresponsabilidad, es el “me canso ganso”