Al diablo con las instituciones
Cuando una persona se ve no favorecida por el “sistema” donde de desarrollo políticamente por muchos años, posteriormente lucha en su contra desde otras trincheras y en esa lucha es maltratado, da por resultado el padecimiento de una serie de traumas, obsesiones y mucho resentimiento como en el caso de López Obrador (AMLO), y son esos sentimientos lo que dominan su actuar.
Reflejo de ello y que lo dejó ver mucho antes de ganar la elección presidencial, es esa aberración contra las “instituciones”, aquellas que forman parte del Estado mexicano pero que fueron creadas en su mayoría durante el “sistema” priista.
AMLO se propuso destruirlas y mandarlas al diablo. Muchos lo tomaron como una mera frase emanada de ocurrencias que suelen decirse en las campañas, pero muchos sí lo vimos venir y sabíamos el peligro que eso
representaba para el país.
En muchas de ellas, quizás en la mayoría o tal vez en todas, existen vicios que hay que corregir; excesos que se dieron y que se deben disminuir; adelgazarlas en su plantilla laboral, sin duda; implementar y en su caso mejorar donde existan mecanismos para combatir la corrupción, es impostergable; mejorar en calidad y eficiencia los servicios que prestan, es urgente.
En todo esto los mexicanos coincidimos. Donde no, es en las formas que este gobierno que se autodenomina la cuarta transformación (4T) está empleando, y con ello generando una gran cantidad de problemas que perjudican al ciudadano.
Todo aquello que prometió Andrés Manuel López Obrador, le está saliendo al contrario.
No puedes dentro de tu amargura, querer borrar del mapa con un plumazo, toda una estructura gubernamental que a pesar de todas sus deficiencias de las cuales ya nombré renglones arriba, funcionaban, no como deseamos, pero el servicio mal que bien se tenía. Hoy, estamos peor que cuando estábamos mal. ¡No puede ser!
El caso más reciente de todo esto es el de la Policía Federal. Una corporación creada como artífice para combatir la delincuencia organizada. Y desde que entró éste gobierno en diciembre, a sus elementos no se les ha utilizado para combatirla y se les ha ocupado como agentes migratorios, cayendo en una usurpación de funciones. Dicho todo esto por los mismos elementos de la Policía Federal.
Por ello vemos el incremento en los delitos sobre todo los homicidios que en este pasado mes de junio rompió todos los récords nacionales.
Acusa el presidente López Obrador a toda la corporación de corruptos en lugar de incorporar mecanismos para combatir la corrupción donde se cree que exista y con tecnología se puede lograr.
Otra contradicción más de las malas acciones implementadas, es el quitarles prestaciones y pretender bajarles sus salarios. Eso precisamente sí genera más corrupción. Mejor págales muy bien, dales buenas prestaciones, porque esta gente se juega la vida todos los días, y has que se sientan motivados, contentos, que amen a su institución y los frutos buenos se verán.
¡Pero no, todo lo hacen al revés! Y así como éste caso de la Policía Federal, podemos mencionar el caso de la falta de medicinas, el despido de gente injustificadamente sin analizar y evaluar su valía e importancia por el trabajo que desempeñan para la institución que sirven, el disminuir salarios sin importar la función que desarrollan y el grado de responsabilidad, etc.
Con sus traumas y obsesiones de borrar todo, con sus resentimientos y frustraciones que acumuló por muchos años, hacen que sus decisiones sean tomadas con las tripas y no con el cerebro. Por ello como lo estamos viendo y padeciendo, se está descomponiendo el país en lugar de sentir mejoría como lo prometió.
Mientras siga así, mientras no escuche a su gente especialista en el tema correspondiente, mientras no escuche a los ciudadanos (y no me refiero a sus pejezombies que le aplauden todo aunque los esté arrastrando al precipicio) y no palpe lo que está ocurriendo en la vida real y no en sus fantasías, esto irá de mal en peor.
Todo aquello que prometió Andrés Manuel López Obrador, le está saliendo al contrario