“Salir a despotricar contra el FMI muestra a un Presidente inestable e iracundo”
La coincidencia en política no existe, solo la simulación de la coincidencia. Extraños los súbditos cambios de humor presidencial que está dejando la experiencia traumática y el estrés de encabezar una transformación que está literalmente transformando pero el ánimo del presidente, afectando la eficacia de su frágil gabinete.
Los lamentables exabruptos visibles en giras o en su terapia mañanera con
los medios de comunicación originan en la mente del respetable la inocente pregunta de si alguien, eficiente de preferencia, de su equipo cercano está llevando un puntual seguimiento de su agenda y declaraciones que, por si no están debidamente enterados, dan la vuelta al mundo gracias a la bendita tecnología.
Esto con relación al insólito señalamiento contra el Fondo Monetario Internacional que osó poner el dedo en la llaga de la economía ajustando las cifras del minúsculo crecimiento gracias al deficiente manejo de las finanzas públicas que, más por efectos domésticos, está empezando a exhibir una peligrosa parálisis que será el hoyo negro que engulla la cacareada transformación.
Sería importante, por ser el Ejecutivo más votado y con innegables índices de popularidad y aprobación, que ante la saturación intelectual de quienes proporcionan los otros datos no se le exhiba, ya que hace unas semanas recibió con los brazos abiertos y sonrisas a la que fuera titular del FMI, Christine Lagarde, y pareciera que la reunión fue un éxito rotundo enviando buenas señales a los mercados y la comunidad internacional. Como dijera el clásico, todo requetebién.
Pero salir después a despotricar en la mañanera que el FMI no tiene calidad moral debiendo ofrecer una disculpa (otra más en la larga lista) al pueblo de México y recomendar la necesidad de que hagan una autocrítica de sus propuestas, que fueron un fracaso, y sus recetas, las culpables de desatar la violencia y la inseguridad del país, pues ostenta a un Presidente inestable, simulador e iracundo. Nada parecido a ese López Obrador tolerante, empático y calmado.
Tan sencillo que era exigirle al FMI en aquella reunión una disculpa y aventarle las culpas del desastre nacional.
Esas variaciones en el comportamiento, por decir lo menos, inquietan.
La 4T está literalmente transformando... pero el ánimo del Presidente