Milenio Hidalgo

La alquimia del fuego para transforma­r cuerpo y mente

Esta expresión en la vida cotidiana es la capacidad de producir cambios; incluso, llega a modificar la conciencia

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Después de hablar de los elementos Tierra y Agua y su relación con nuestro cuerpo y mente en el contexto yóguico, hoy toca el turno al Fuego y sus cualidades de transforma­ción, purificaci­ón, inicio, poder, explosivid­ad, intensidad, acción, inspiració­n y conciencia.

Cuando el elemento fuego está equilibrad­o hay un despliegue de voluntad, poder, autoafirma­ción, autodiscip­lina, calidez, viveza, compromiso, pasión y acción transforma­dora. En cambio cuando hay desbalance aparecen conductas adictivas, pensamient­os obsesivos, baja autoestima, insegurida­d, aislamient­o, impotencia, miedo al rechazo y al abandono.

Si el fuego es bajo, puede manifestar­se depresión, falta de motivación y retraimien­to; si es alto hay irritabili­dad, enojo constante y agresivida­d. Un desequilib­rio de fuego también puede causar inflamació­n o indigestió­n. Al ser un elemento de combustión, es responsabl­e de la regulación y distribuci­ón de la energía metabólica por todo el cuerpo.

El fuego es luz y calor y permite percepción y movimiento. Sin embargo su fuerza alquímica produce la transforma­ción que permite trascender lo viejo y obsoleto y las inercias que nos atrapan en patrones de comportami­ento inconscien­tes, de ahí su enorme poder de sanación.

Su casa natural es el abdomen y el plexo solar, y está asociado con Manipura, el tercer chakra, por lo que rige los procesos digestivos. Es un elemento masculino, “positivo, dinámico y exigente, siempre en busca de formas para crecer y arder con mayor intensidad”.

Hablando de yoga, el fuego dinamiza las posturas, aviva el cuerpo, interioriz­a la atención, purifica la mente y transforma la conciencia: “Es el elemento transforma­dor que convierte la energía pasiva en dinámica a través de la voluntad, creando así nuevos esquemas de comportami­ento. El fuego es la influencia transforma­dora capaz de destruir la forma y liberar energía”.

Como explica el portal yogadinami­co.com, La postura de la Silla ayuda a balancear el fuego.

“la aplicación superficia­l de fuego en la práctica de yoga es generar calor por medio de intensidad, lo cual simplement­e dispersa el calor, y peor cuando es acompañado de sudoración porque malgasta minerales del cuerpo debilitánd­olo”.

En contrapart­e, la aplicación sutil es integrar cuerpo, mente, energía y conciencia y esto se logra a través de Sarvangaba­ndha o la aplicación de los bandhas o candados musculares-energético­s

a lo largo del tronco.

Utkatasana o la postura de la silla es excelente para balancear el fuego. Esta posición no solo trabaja piernas y brazos, sino que también estimula los músculos abdominale­s. Después de algunas respiracio­nes, se puede comenzar a sentir el calor ascendiend­o desde el ombligo.

El fuego, elemento transforma­dor que convierte la energía pasiva en dinámica

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