“Así como México combate a los cárteles, EU debe frenar el flujo de armas”
El domingo visité una feria comercial de armas en Chantilly, Virginia, a media de hora de Washington, atraído por la curiosidad de ver esa fascinación del pueblo estadunidense por las armas.
Ese mismo día, en Gilroy, California, un joven de 19 años mató a tres personas e hirió a 12 con un rifle AK-47 que compró legalmente 15 días antes en Nevada.
Días antes, en Ciudad de México, fueron acribillados dos ciudadanos israelíes con antecedentes penales en un lujoso centro comercial.
En Estados Unidos y en México, ambas constituciones
otorgan el derecho a los ciudadanos de poseer armas para seguridad y legítima defensa. Mientras que en Estados Unidos las matanzas las cometen sicópatas y racistas, en México, narcotraficantes y criminales.
En la feria están a la venta “¡más de dos millas de armas, cuchillos y accesorios!”, según reza el anuncio. La entrada para adultos cuesta 16 dólares, 8 para los jóvenes de entre 12 y 17 años, y gratis para los niños menores de 12, vi uno jugando a disparar con la mano.
Ofrecen por 2 mil 250 dólares una ametralladora marca Recon Tactical, modelo Combate Wilson: “Unserialized. No registration. Legal”. O si no, puede uno armar su propio modelo, un AR-15 con cañón de vanadio por solo 299 dólares.
En 2017, Estados Unidos fue el país con el mayor número de armas legales e ilegales en posesión de civiles, con 393 millones, mientras que México ocupó el séptimo lugar, con 16 millones, según el cálculo de Small Arms Survey, centro de investigación con sede en Ginebra.
Los vendedores de armas deben consultar vía electrónica los antecedentes del cliente para recibir autorización del FBI a través del sistema conocido como NICS (National Instant Criminal Background Check System), quien debe llenar un formato de registro de transacciones de armas de fuego.
Pero la realidad es otra. Ioan Grillo, columnista de The New York Times y experto en seguridad residente en México, escribió en 2018 cómo un preso en Ciudad Juárez traficaba cientos de armas desde Estados Unidos a México:
“Me contó que nunca se molestó en pagarles a estadunidenses para que compraran las armas por él. Explicaba que, cuando quería adquirir armamento, iba a una de las muchas exposiciones de armas que cada fin de semana se celebran en Dallas y aprovechaba las dinámicas de esos eventos para comprar armas de fuego sin pasar por una verificación de antecedentes.
“En estados como Texas, un migrante indocumentado no puede obtener una licencia de conducir. Pero cualquier persona, incluso un miembro de la pandilla MS-13 sin papeles puede entrar a una exposición de armas y comprar un rifle semiautomático. “Por supuesto, México no puede culpar a las armas estadunidenses por toda su violencia. Los políticos y policías corruptos a menudo trabajan con los gánsteres”.
Coincido con Grillo en que, así como México necesita luchar contra los cárteles, Estados Unidos debe frenar el flujo de armas.
México acaba de reforzar la vigilancia en la frontera para impedir el contrabando de armas, pero será insuficiente si no asegura la cooperación estadunidense, de manera recíproca a la colaboración mexicana en migración.
Mientras en ese país las matanzas las cometen sicópatas y racistas, en México narcos y criminales