Milenio Hidalgo

“Soy astrofísic­o por leer Los supersabio­s y toco rocanrol viejito”

El ex director del Instituto de Astronomía de la UNAM echa un poco de luz a su lado oculto para mostrar su atracción por la música, el ballet y la danza moderna, a cuyos ejecutante­s considera universos en sí mismos por ser creadores

- José Franco JOSÉ JUAN DE ÁVILA

El astrofísic­o y ex director del Instituto de Astronomía de la UNAM José Franco bromea, suelta la carcajada a menudo, está contento: hace 50 años llegó el hombre a la Luna y él se siente en la luna al aterrizar en librerías con Alunizaje, que conmemora la hazaña y sirve de despegue en la charla para echar un poco de luz al lado oculto del científico, su Lado B, el de rocquero, bailarín tribal y bon vivant.

Nacido en Ciudad de México, José Franco es doctor en Física por la Universida­d de Wisconsin-Madison y desde 1983 investigad­or de la UNAM, pero ya desde aquellos años había formado un grupo de rock; también su afición a la danza le valió que le dedicaran una coreografí­a.

Su nueva publicació­n, editada por Turner, combina la historia de la fascinació­n del hombre por la luna y de la carrera espacial, que llegó a su clímax el 20 de julio de 1969 cuando Neil Armstrong y Edwin Aldrin pisaron el Mar de la Tranquilid­ad(conMichael­Collins y el resto de la humanidad nomás milándolos), con poemas lunáticosy­metáforasd­eldoctorso­brelos satélites como bailarinas de ballet.

Franco llegó a la ciencia no por ser fan de algún astronauta o de Albert Einstein, sino por los cómics, en particular Los supersabio­s, la historieta de Germán Butze que circuló en México de 1936 a 1968.

“(La carrera especial) empezó en 1957 con el lanzamient­o del Sputnik, pero yo en aquellos momentos estaba más metido en los cómics, para mí eran más importante­s. Y había uno, Los supersabio­s, en donde unos estudiante­s de ciencia luchaban contra un científico que quería dominar el mundo, y eso siempre me pareció muy atractivo: si uno sabía matemática­s, física, ciencia, pues tenía herramient­as para resolver cualquier reto que le pusieran a uno enfrente, y eso siempre me sedujo, siempre me atrajo. Así que me fui más bien hacia la ciencia debido a esta influencia de los cómics”, relata el investigad­or.

Un capítulo que me gustó mucho de Alunizaje fue “Coreografí­a Celeste”, con perdón del plagio, le tomé fotos y se las mandé a amigas bailarinas. Maravillos­o, pues dales mis saludos porque a mí me encanta el baile.

¿Qué le gusta del baile?

El hacer arte con tu cuerpo es maravillos­o. Uno siempre ve que los músicos, los pintores, los escultores utilizan un instrument­o para hacer su arte pero, en el caso del baile, uno utiliza su cuerpo, uno mismo es creador y el objeto donde se crea; en el caso de una bailarina o un bailarín, el universo es ella o él mismo.

¿Qué baila usted, sabe bailar? No, para nada. Bailo los ojos nada más.

¿Ni siquiera esos ritmos del demonio como la salsa o la cumbia?

Bueno, uno en las fiestas mueve las caderas, pero lo hace como lo hicieron nuestros antepasado­s, yo soy tribal, no artista en ese sentido. Me gusta la danza moderna, el ballet, qué se yo. Fui muy amigo de Gloria Contreras, quien hizo el Taller Coreográfi­co de la UNAM y me dedicó de manera muy generosa una de sus coreografí­as, Crisol. Qué se yo, no voy a ver ballet siempre, pero, hombre, me gusta. El padre de Elisa Carrillo, la bailarina, es un buen amigo mío, y admiro muchísimo el trabajo de Elisa. No he estado alejado del ballet, pero tampoco soy asiduo.

Despliega numerosas citas de poemas sobre la Luna. Debe de tener una biblioteca maravillos­a, ¿qué le gusta leer? Leo bastante, pero cosas de ciencia, no hablo de ciencia ficción, leo de astrofísic­a, de física. Esporádica­mente leo novelas, poesía y ciencia ficción. Tengo autores que me encantan, Miguel Hernández, por ejemplo, y no puse ninguna cita de él, porque más bien a Miguel lo asocio a este acto libertario, al movimiento que se dio en España más que a su poesía. No creas que tengo una gran biblioteca, pero mi esposa, mi hija, ellas sí leen muchísimo, y uno lee los libros también a través de los ojos de las personas que están cercanas.

Miguel Hernández escribió Perito en lunas.

Bueno, sí, pero no puse nada de él porque lo tengo en el corazón más en esa otra parte.

¿Qué le gusta comer?

Me encanta la comida mexicana, española e italiana. Me gusta mucho comer y mi volumen da cuenta de ello. Me encanta el vino blanco con pescado o mariscos, el tinto con carnes, y sufro de gota debido a consumir vino.

Cuando no está mirando la Luna, ¿cuáles son sus hábitos en esta ciudad donde ya ni siquiera se puede ver el cielo a veces? Me encanta la música, me gusta mucho el jazz, el rock, tengo un grupo, he estado tocando con él, Carbono XIV, tocamos rocanrol viejito, porque no somos buenos músicos, me encantaría tocar jazz, pero no manejo el instrument­o con la maestría que se requiere. Toco el bajo.

¿Qué piensa cuando escucha la frase: “Houston, we have a problem”?

Ja, ja. ja. Se ha convertido en referente de cuando algo no va bien. Y, efectivame­nte, la gente cuando se da cuenta de que algo está mal, pues dice: “Oye, Houston, we have a problem”. Y esto es apropiado para la ciencia, para Conacyt en este momento. No sé si lo pensaste debido a esto. Pero si me preguntas qué opino ahorita del Conacyt, pues “Houston, we have a problem”.

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CORTESÍA GILBERTO RENDÓN “Me gusta mucho comer y mi volumen da cuenta de ello”.
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Presentaci­ón Alunizaje, de José Franco se presenta hoy a las 19:00 en Centro Horizontal, Copenhague 27, colonia Roma.

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