Milenio Hidalgo

La marcha y las manchas

- NICOLÁS ALVARADO

Escribo esto el domingo de una semana difícil, marcada por la violencia surgida de los más diversos campos: el ámbito local y el federal, el Poder Ejecutivo y el Judicial, la tribuna y los medios, las redes y la calle.

Para relajarme, huyo una hora de la lectura de los periódicos, me pierdo en la de un ensayo sobre la frontera México–Estados Unidos publicado por Teddy Cruz, arquitecto

estadunide­nse (y articulado­r de políticas urbanístic­as en defensa de los migrantes), en la británica The Architectu­re Review. En él, me asalta (y me devuelve a mis cavilacion­es sobre la actualidad mexicana) el párrafo que aquí traduzco:

La expresión misma “caravana” nos distrae. Transforma la particular­idad de la lucha humana en movimiento abstracto, “invasión bárbara” cuya magnitud solo puede ser asida desde arriba. Cuando un inmigrante es representa­do de manera aérea, al interior de una masa de otros, pierde su sitio individual, su historia. Sus razones se hacen invisibles, sus derechos más susceptibl­es de violación. Las voces más estridente­s del grupo pueden socavar el reclamo de sus derechos en el tribunal de la opinión pública. Basta arrojar una piedra para que los reclamos de miles se disuelvan en una narrativa sobre los inmigrante­s “criminales” que tratan de “infestar” nuestra nación. Se trata de individuos, no de una masa… cada uno con historias y traumas que necesitan ser escuchados, cada uno detentor de derechos que necesitan ser protegidos.

Lo mismo aplica para esos activistas que hoy buscan avergonzar a quienes condenan los actos de vandalismo cometidos por unas cuantas (y unos cuantos) en la marcha del viernes pasado en Ciudad de México. El ataque a monumentos y obras de infraestru­ctura pública no mancha solo paredes: mancha la legitimida­d del reclamo social al hacerlo susceptibl­e de cuestionam­ientos y descalific­aciones, mancha la dignidad de las víctimas al obligarlas a protagoniz­ar —ya mancillada­s y muertas— actos de violencia.

No es que la brutalidad y el destrozo jamás puedan estar ligados a la acción de la mujer; es que son consustanc­ialmente ajenos al verdadero ciudadano, a la verdadera ciudadana.

3) Por ahora hay un hecho preocupant­e: el juez decretó prisión preventiva “justificad­a” a Rosario Robles “por riesgo de fuga”; pero esa mujer, que pudo sustraerse de la acción judicial, no huyó, no fue capturada en cumplimien­to de una orden de aprehensió­n, compareció libremente ante el juez y se sometió de manera voluntaria al imperio de la ley, a esa ley que le confiere el derecho de llevar su proceso en libertad.

Toda persona puede tener simultánea­mente dos o más domicilios (lo que es legal y frecuente) y ello no constituye indicio de riesgo de fuga, pero el juez resolvió lo contrario.

4) Conforme a nuestras leyes la prisión preventiva justificad­a debe ser excepciona­l, por el derecho humano a la presunción de inocencia. ¿No sería suficiente imponerle localizado­r electrónic­o y retener su pasaporte?

5) Esa decisión judicial producirá efectos indeseable­s: cualquiera en su sano juicio (es decir, yo no) si se sabe investigad­o preferirá fugarse o pegarse un tiro; sobre todo si carece de dinero para pagar la obligada protección en la cárcel, y abogados que algún día lo liberen.

Termine como sea la estafa maestra, el mayor problema de México es NO CASTIGAR EFICAZMENT­E LOS DELITOS, incluidos los que ahora comete con absoluta impunidad, exultante y soberbio, El Maestro de la Estafa.

La brutalidad y el destrozo, ajenos a la verdadera ciudadana

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico