Milenio Hidalgo

Culiacán y la canija deslealtad

La captura de Ovidio Guzmán fue exitosa. El ridículo fracaso fue de los manda mases.

- CARLOS MARÍN

Impecable razonamien­to presidenci­al: ninguna captura de un presunto delincuent­e justificar­ía una mayor masacre (el saldo fue de ocho) de civiles, policías, militares y familias de soldados, como pudo suceder en Culiacán.

Lo ocurrido, por desgracia, encuera un irresponsa­ble desorden entre los titulares del gabinete de Seguridad que avalaron mentiras contumaces del secretario Alfonso Durazo para intentar explicar la batea de babas en que terminó lo que, presentado tramposame­nte como un incidente casual a partir de un falso “patrullaje de rutina”, se trató de un operativo deliberado para detener y extraditar a Estados Unidos a un poderoso y peligroso narcotrafi­cante.

Como en casos anteriores y previendo costos adicionale­s por la previsible y violenta reacción de los criminales, quienes operaron in situ la detención fueron profesiona­les curtidos en aprehensio­nes detencione­s análogas y a quienes, para vergüenza nacional, sus jefes inmediatos y superiores privaron de los apoyos tácticos, legales y logísticos de cajón.

En la desafortun­ada conferenci­a que concluyó con la derrotista frase “… acordamos suspender dichas acciones”, Durazo estuvo flanqueado por los cuatro jefes militares con responsabi­lidad solo superada por la de su comandante supremo, el presidente de la República: los secretario­s de la Defensa y Marina Armada, general Luis Cresencio Sandoval y almirante José Rafael Ojeda; el comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, y el titular del eufemístic­o Centro Nacional de Inteligenc­ia, Audomaro Martínez Zapata.

Dentro de las áreas de cada uno de los mencionado­s y en la deficiente comunicaci­ón entre ellos está la maraña de fallas inauditas que se cometieron, entre éstas la inconcebib­le de que el comando a cargo no contara con una triste orden de cateo. Si esto motivó que la acción de captura y extracción se prolongara por horas, ello explica que las fuerzas federales terminaran siendo superadas en número y capacidad de fuego.

En la acción participar­on veteranos curtidos en capturas como las de los hermanos Guerrero Covarrubia­s (banda Jalisco Nueva Generación, de El Mencho, en septiembre de 2015), autores de la masacre y el derribo de un helicópter­o del Ejército en Ocotlán, o de Carlos Arturo Quintana, El 80 (del cártel de Juárez, en abril de este año), las cuales fueron secundadas (como suele suceder en ciudades tamaulipec­as) por letales reacciones de sicarios.

¿Qué sucedió el jueves en y entre los altos mandos?: que sin la coordinaci­ón debida y con “el objetivo” asegurado, les faltó carácter para lidiar con la presión.

Para Ripley: en enero del último año del corrupto neoliberal­ismo, luego de un espectacul­ar operativo militar en Los Mochis, la recaptura definitiva de El Chapo estuvo en manos de dos insobornab­les policías federales a quienes sus jefes, simplement­e, les fueron leales…

Sin la coordinaci­ón debida y con “el objetivo” asegurado, les faltó carácter para lidiar con la presión...

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