Comunicación rota
Q ué difícil es estar de acuerdo. Qué lamentable ramillete de opiniones. Qué intranquilidad sabernos una sociedad fragmentada. CómohacemosparafraternizarentiemposdondeMéxiconecesitareconciliación.Cómointentamosunificarcriterios para enfrentar eso que llamamos mal: corrupción, inseguridad, violencia, narcotráfico, ilegalidad, feminicidios, homofobia y lesbofobia…
En las escuelas de comunicación —los que estudiamos periodismo—nosprepararonacercadelaspreguntaselementales para la realización de nuestro trabajo: por qué, cómo, cuándo, dónde, quién. Lo que no nos dijeron es que existen múltiples respuestas a la complejidad del ser humano, un país y el resto del mundo. Que nadie tiene la verdad. Que la solución es un asunto de responsabilidad compartida.
Esevidenteelcaudaldeerroresquevenimosheredando en nuestra nación. Del gobierno, sí, pero también del ciudadano.DelEstado,sí,perotambiéndelasleyesfrente a las realidades sociales. Del presidente, sí, pero también del gabinete que no termina por hacer la parte que le corresponde,entreellas,mostrardesacuerdos,ahídondela dirigencia máxima falla. Y la gente, esa demasiada gente que somos, iniciar un proceso de respeto uno al otro por encima de toda diferencia.
Las estrategias de comunicación están rotas, hay que enlazarlas. Los grupos de oposición tendrían que calmar sus ánimos porque la política es un asunto civil, ético, moral, no guerra de palabras, sin intención pacificadora. Cualquier dirigente primero debería actuar a favor del consenso, no la división (eso incluye al presidente y ex presidentes). Vivimos tiempos de urgencia. No hay otra oportunidad para nadie si no encontramos la salidadellaberintoenquevivimos.
La naturaleza no tiene los recursos del pasado. Vivimos su exterminio. O regresamos al humanismo o perdemos el sentido de la conversación como encuentro y solución compartida. El Planeta no es un chicle y nosotros tampoco somos de hule. Es hoy o nunca. No es difícil si atendemos las preguntas del dónde, cuándo, cómo y por qué. Es inocente, sí. Pero la inocencia es el primer conocimientodelarazóncontratodamaldad.
Lasdiferenciasnosonenemistadesentreseresopuestos. Las diferencias son puntos de contacto para curar la ignorancia por ambas partes. Las diferencias son diálogos —no monólogos—, ahí donde la ética asiste a un encuentro de soluciones personales, sociales, de paz. Despojaralabusivo,aloilícito,alasesino,alcorrupto,alarmadohastalosdientes,esosoloselograenunasociedadpor elbiencomún.
Una comunicación rota engendra animales heridos. No es tiempo de capillas o santuarios. Eso es parte del negado a crear los lazos para la reconciliación. A ponerse el saco y a salir con raciocinio para enfrentar esta guerra declarada por el narco, por nadie más: ellos no oyen; ellos llevan un negocio que va más allá de nuestras fronteras. Es el máximo enemigo. Y ya ganó una batalla. Dejemos las culpas a un lado. Asumamos el verso de Octavio Paz: “adonde yo soy tú somos nosotros”. No es por la patria. Es por la sobrevivencia humana, la que queda, la que piensa, la que puede contestar con el cómo, cuándo y por qué…
Se puede.
Grupos de oposición tendrían que calmar sus ánimos porque la política es un asunto civil, ético, moral