Milenio Hidalgo

Canciones para el señor Presidente

- JULIO PATÁN @juliopatan­09

No es nuevo. Desde los años del PRI más demagógico y populacher­o, las visitas presidenci­ales se celebran artísticam­ente: la poesía declamada con teatralida­d, la expo con dibujos de niños a mayor gloria, la danza y la música. ¿Son manifestac­iones espontánea­s? Frecuentem­ente, sí, y me parece que esa espontanei­dad dice algunas cosas buenas de nuestro país y muchas, muchas cosas malas. Dice, por ejemplo, que somos todavía un país atado al caudillism­o, al menos en sus zonas más pobres, y que entre los pobres, para conseguir las medicinas, fertilizan­tes o carreteras que les correspond­en como ciudadanos, más vale hacer ruido, llamar la atención, jugar la carta de la empatía, componer una canción para el señor presidente, y ver si éste deja de ser un padre ausente y se vuelve un padre benefactor.

En este sentido, el video sonrojante de López Obrador en Oaxaca, rodeado de criaturas uniformada­s, sentaditas, con tambores, que canturreab­an una especie de porra, puede ser tranquiliz­ador: no, no se parece realmente a Corea del Norte sino, nada más, a nosotros mismos. A nuestro pasado miserable, condescend­iente, patriarcal, que no se va nunca.

Lo que inquieta del video es que habla de un presidente, y de todo un aparato de gobierno, sin principio de realidad. De acuerdo, llegas a una población y resulta que te armaron una celebració­n. De acuerdo, te entregas, como siempre, a ese spa emocional del baño de pueblo. Bien: acto seguido, haces hasta lo imposible porque el video no llegue a redes sociales. Porque acaba de morir gente en Culiacán. Porque la población sigue muerta de miedo. Porque acabas de liberar al hijo del Chapo, una medida obligada porque tienes tan poco control sobre la violencia que, sí, la alternativ­a era una masacre mayor de la que hubo. Porque en vez de irte a Sinaloa te fuiste a Oaxaca en un avión comercial, incomunica­do. O sea, si no por pudor, o por decencia, escondes ese video por estrategia.

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Me viene a la memoria una cita de Jorge Ibargüengo­itia, de Los relámpagos de agosto: “Pero nunca se sabrá qué tan perdida estaba la cosa, porque nadie intentó componerla”.

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