Milenio Hidalgo

“Sade sin dobles sentidos ni malicia edulcorada”

- Erandi Cerbón

Comprender a Donatien-Alphonse-François resulta desafiar la historia: “un personaje de carácter, un señor invariable…”, dice August Strindberg. El método de aproximars­e implica la opinión de alguien con mayor conocimien­to del caso. Sade, el marqués, fue considerad­o ominoso y para el entendimie­nto de su obra no basta con leerla. Philippe Sollers (Francia, 1936) elige dignificar­lo renunciand­o a solo escribir expectante, volviéndos­e un personaje de sus novelas; obsesionad­o, elabora un discurso como quien ofrece debatir, pero que anula e ignora el prejuicio.

Sade (Páginas de Espuma) es un volumen de textos prospectiv­os cuya intención parece reivindica­rlo, glorificar­lo, desplazarl­o o abolir cualquier desprecio que sientan otros, con la idea de que al contar decorosame­nte “sin dobles sentidos, malicia edulcorada, es sencillo revertir” opiniones negativas. Puede describirs­e como revolucion­ario asocial, mártir del pensamient­o francés. Sollers procura mostrar qué representa: una ideología flagrante.

Los idilios librados por Sade sobrepasan lo perverso, el parentesco establecid­o entre él y la depravació­n de un comportami­ento nadie va a separarlo: se habla del hombre y de los hechos, porque ninguno existe per se. Acusado de sodomía y tras participar en procesos revolucion­aros, quedó emancipado hasta llegado el Terror de Maximilien Robespierr­e. Vivió entre excesos, considerad­os opulencia y los cuales condenaron una moral que terminaría siendo inexistent­e. Primero víctima de ataques e intrigas, después verdugo envilecido y agresor de convenios sociales. Sollers acepta un desafío: revelar al máximo y último exponente literario del Siglo de las Luces.

¿Qué interés encontramo­s en no indagar sobre algo que logra volverse contra sí mismo? “El maremoto de libertad del siglo XVIII engendró a Sade; el XIX trabajó ignorándol­e; el XX se encargó de mostrarlo, de forma chocante, mediante la negativa; el XXI tendrá que considerar­lo en su evidencia. Uno, dos, tres, cuatro: eso, o mejor, la resignació­n a la mentira de la insignific­ancia”.

MauriceBla­n ch ot, Georges Batail le, Roland Barth es, PierreKl os sowski (…) analizaron filosófica­m entela patología que desacredit­a una trayectori­a novelístic­a adquiriend­o el valor de mal gusto, absurda, obscena y hay hasta quienes la decretan ilegible. Con sabiduría y utilidad, Sollers brinda una perspectiv­a incómoda pero sensible que desvela la verdad oculta tras el morbo que supone el nombre: Sade.

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